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Hospitales del Atlántico enfrentan crisis financiera, su recuperación tardaría al menos un década

La E.S.E. UNA enfrenta hoy una crisis que pone en jaque el derecho a la salud de millones de atlanticenses. La intervención estructural del sistema ya no es una opción, sino una urgencia. Lo que está en juego no es solo el futuro de una entidad, sino la confianza pública en las instituciones que prometen cuidar la vida.
Hospitales del Atlántico enfrentan crisis financiera de más de $130 mil millones de pesos

La E.S.E. Universitaria del Atlántico (UNA), creada en 2022 por la Gobernación del Atlántico como estrategia para consolidar la gestión de cinco hospitales departamentales, atraviesa una crisis financiera y de funcionamiento sin precedentes. Según declaraciones recientes del secretario de Salud departamental, Luis Carlos Fajardo, la red hospitalaria presenta un déficit acumulado que supera los $130 mil millones de pesos, lo que pone en duda la sostenibilidad de un modelo que prometía eficiencia administrativa, mejora en la atención e infraestructura hospitalaria renovada.

“La E.S.E. UNA necesita al menos diez años para recuperarse”, aseguró Fajardo en un pronunciamiento que marca un giro en el discurso oficial. El funcionario reconoció públicamente las fallas estructurales del sistema, al tiempo que pidió una intervención técnica y financiera de largo plazo que permita el saneamiento fiscal y operativo de los cinco hospitales adscritos.

Cinco hospitales en crisis financiera: deuda, precariedad y abandono

La UNA tiene a su cargo el Hospital Universitario de Barranquilla, el Cari Mental, el Hospital Niño Jesús, el Hospital de Sabanalarga y el Hospital Juan Domínguez Romero de Soledad. Aunque el último fue reconstruido, las otras instituciones han recibido principalmente intervenciones estéticas o parciales que no han corregido los problemas de fondo.

Las denuncias de médicos, trabajadores, sindicatos y diputados del Atlántico se han incrementado en los últimos meses. Las más graves hacen referencia a renuncias de personal médico, demoras en el pago a contratistas, y falla en la operación de servicios esenciales. La red hospitalaria, lejos de mejorar, parece colapsar bajo el peso de deudas acumuladas, presunta corrupción contractual y deficiencias administrativas.

Cuestionamientos políticos y control fiscal

En el escenario político local, la situación de la UNA ha despertado fuertes críticas. La diputada Alejandra Moreno fue contundente al señalar que se está ante “el desplome de la red de salud del Atlántico”. Por su parte, Lourdes López denunció que tres contratos concentran el 90% del presupuesto de la entidad, lo que indica una mala distribución de recursos. El diputado Alfredo Varela fue aún más enfático: “Este sistema nació corrupto”.

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Estas afirmaciones se dan en medio de investigaciones y alertas de organismos de control. La Superintendencia Nacional de Salud, la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría han puesto la lupa sobre la UNA, ante posibles irregularidades en la ejecución presupuestal, contratación y prestación del servicio.

Entre el discurso oficial y la realidad de los hospitales

En su momento, la entonces secretaria de Salud departamental Alma Solano y la gobernadora Elsa Noguera promovieron la creación de la UNA como una solución estructural al caos en la red pública hospitalaria. Se prometió modernización, eficiencia y sostenibilidad financiera, con inversiones millonarias y una nueva arquitectura administrativa. Sin embargo, los resultados distan de lo anunciado.

¿Qué sigue para la red hospitalaria del Atlántico?

El pronunciamiento de Fajardo marca un punto de inflexión. Su llamado a una intervención a largo plazo no solo reconoce el colapso del modelo actual, sino que sugiere la necesidad de replantear el enfoque con el que se concibió la UNA. Expertos en administración hospitalaria y salud pública coinciden en que, sin un plan de rescate técnico-financiero integral, el sistema no podrá sostenerse.

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Entre las propuestas que se han puesto sobre la mesa se incluyen:

  • Revisión y reestructuración de los contratos actuales.
  • Auditorías externas independientes.
  • Fortalecimiento del control interno y mecanismos de rendición de cuentas.
  • Planes de pago escalonados a proveedores y personal médico.
  • Establecimiento de un modelo de gestión por resultados, con indicadores de calidad y eficiencia.

Implicaciones para el sistema de salud regional

La situación de la UNA no es un caso aislado. Representa un síntoma de las dificultades que enfrentan múltiples redes hospitalarias departamentales en Colombia, muchas de las cuales han intentado modelos de centralización sin contar con la capacidad institucional ni los controles suficientes.

Para los médicos, administradores hospitalarios y tomadores de decisión en salud, el caso de la E.S.E. Universitaria del Atlántico constituye una lección crítica sobre la necesidad de planificación técnica, sostenibilidad fiscal, y vigilancia ciudadana y estatal en los procesos de reforma hospitalaria.

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