El Hospital Federico Lleras Acosta E.S.E., principal centro de referencia en el Tolima y pieza clave de la red pública hospitalaria en el centro del país, atraviesa una de las crisis financieras más graves de su historia. Desde el 16 de septiembre de 2025, la institución se vio obligada a suspender indefinidamente los servicios de consulta externa y cirugías programadas, debido a la falta de insumos y medicamentos básicos, así como a los prolongados retrasos en el pago de los servicios por parte de las EPS, especialmente Nueva EPS.
La situación no solo ha dejado a los pacientes sin atención oportuna y segura, sino que también ha puesto en jaque la sostenibilidad del hospital y la estabilidad laboral de sus especialistas, quienes acumulan salarios pendientes desde diciembre de 2024. La crisis, que refleja un dilema ético para los profesionales de la salud y un riesgo inminente para la vida de los usuarios, se convierte en un espejo de la fragilidad estructural del sistema de salud colombiano.
Servicios suspendidos y causas de la crisis
La decisión de suspender los servicios de consulta externa y cirugías programadas marcó un punto de inflexión en la historia reciente del Hospital Federico Lleras. Los directivos confirmaron que la medida responde a la falta de insumos básicos y medicamentos esenciales, lo que impide garantizar la seguridad clínica de los pacientes. A ello se suman los pagos atrasados por parte de las EPS, que han dejado a la institución sin el flujo de caja necesario para operar con normalidad.
Los especialistas señalaron a Nueva EPS como uno de los principales responsables de la deuda acumulada, cuyo valor asciende a cerca de 40.000 millones de pesos, según cifras divulgadas por medios regionales. Este incumplimiento prolongado ha generado una situación insostenible para el hospital y ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de los prestadores de servicios de salud frente a la falta de recursos oportunos.
Pacientes en riesgo y dilemas éticos del personal médico
La suspensión de servicios ha afectado directamente a cientos de pacientes que requieren procedimientos programados, diagnósticos oportunos y tratamientos continuos. Los médicos advirtieron que la demora en la atención puede modificar pronósticos clínicos y, en algunos casos, poner en riesgo la vida de quienes esperan intervenciones críticas. Aunque los usuarios están siendo remitidos a otras instituciones, la capacidad de estas resulta limitada y los convenios con las EPS no cubren la magnitud de la demanda.
El impacto no recae únicamente en los pacientes. Los especialistas del hospital denunciaron que llevan más de ocho meses sin recibir salarios, acumulando deudas que comprometen su estabilidad personal y familiar. En este contexto, trabajar sin insumos suficientes y sin remuneración representa un dilema ético: continuar atendiendo con recursos precarios implica riesgos médicos, pero detener totalmente la atención significaría desamparar a la población más vulnerable. Los profesionales han mantenido la prestación de servicios de urgencias vitales, priorizando la vida, pero advierten que la continuidad de esta atención mínima está también en entredicho si no llegan soluciones inmediatas.
Fragilidad financiera del hospital
El deterioro financiero del Federico Lleras no es un hecho aislado ni reciente. Desde hace meses, la institución opera bajo condiciones de precariedad, con insumos limitados y crecientes retrasos en la cancelación de honorarios al personal médico y administrativo. Aunque en semanas recientes la ADRES transfirió más de 2.300 millones de pesos, los recursos resultaron insuficientes para cubrir la totalidad de las obligaciones.
Los directivos han reconocido que, de no recibir un giro significativo de recursos, la institución difícilmente podrá sostenerse durante lo que resta del año. La crisis amenaza con extenderse a todas las áreas hospitalarias, incluidas hospitalización general y tratamientos especializados, lo que podría derivar en un colapso operativo.
Un reflejo de la crisis nacional en salud
El caso del Hospital Federico Lleras no puede analizarse de manera aislada. Es, en realidad, un reflejo de los problemas estructurales que aquejan al sistema de salud colombiano. Informes recientes de la Contraloría General de la República estiman que las deudas de las EPS con hospitales y clínicas en todo el país superan los 32,9 billones de pesos, y que apenas seis de las 29 EPS cumplen con los requisitos financieros mínimos para operar. Dentro de ese panorama, la Nueva EPS figura como una de las entidades con mayores problemas de liquidez y mayores niveles de deuda con prestadores.
La crisis del Federico Lleras es, por tanto, una manifestación local de un fenómeno nacional: el desbalance entre los recursos reconocidos por la Unidad de Pago por Capitación (UPC), los costos reales de la atención y la capacidad financiera de las EPS para garantizar el flujo de recursos hacia los prestadores. Esta tensión ha puesto a hospitales públicos y privados en situaciones de inestabilidad recurrente, con consecuencias directas en la calidad y oportunidad de la atención.
¿Qué sigue para el Federico Lleras y para el sistema?
El llamado de los médicos del Federico Lleras ha sido claro: se requiere con urgencia el pago de los salarios atrasados y el suministro completo de insumos y medicamentos. También exigen que el Ministerio de Salud, la Secretaría de Salud del Tolima, la ADRES y Nueva EPS asuman compromisos verificables para evitar el colapso total de la institución.
Sin embargo, las soluciones no pueden limitarse a medidas coyunturales. Expertos advierten que es necesario revisar la fórmula de financiación del sistema, ajustar la UPC para reflejar los costos reales y establecer mecanismos de supervisión más estrictos que obliguen a las EPS a cumplir sus compromisos contractuales con los prestadores. La sostenibilidad del sistema no puede depender de giros parciales ni de transferencias de emergencia, sino de una estructura regulatoria que garantice estabilidad financiera a hospitales estratégicos como el Federico Lleras.
La salud del Tolima en vilo
La suspensión de servicios en el Hospital Federico Lleras Acosta es una señal de alerta que expone la fragilidad de la red hospitalaria pública en Colombia. Lo que comenzó como una medida temporal ante la falta de insumos y pagos oportunos podría convertirse en un precedente de mayores cierres si no se toman decisiones de fondo. El Tolima, una región que depende de este hospital como centro de referencia, enfrenta ahora la incertidumbre de un sistema de salud que, entre deudas y retrasos financieros, pone en entredicho la garantía efectiva del derecho a la salud de miles de ciudadanos.