La fiebre amarilla, una enfermedad prevenible mediante vacunación, ha resurgido con fuerza en América Latina en 2025. La OPS ha emitido una alerta de riesgo “alto” para la región, ante el incremento exponencial de casos, la expansión del virus fuera de su zona histórica de circulación y fallas estructurales en la vigilancia y respuesta sanitaria. Analizamos el informe técnico y sus implicaciones para los sistemas de salud.
Brote creciente: 221 casos y 89 muertes en cinco países
De acuerdo con la Evaluación de riesgo para la salud pública relacionada con la situación de fiebre amarilla en las Américas publicada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el 23 de mayo de 2025, hasta la semana epidemiológica 20 se habían confirmado 221 casos humanos y 89 defunciones por fiebre amarilla en cinco países: Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.
- Brasil lidera con 110 casos y una letalidad del 40 %
- Colombia reportó 64 casos y 26 muertes (letalidad del 41 %)
- Perú, 38 casos y 13 muertes
- Ecuador, 6 casos y 5 muertes (letalidad del 83 %)
- Bolivia, 3 casos y una muerte
La OPS advierte que esta cifra representa un incremento de ocho veces respecto al mismo periodo de 2024, cuando se notificaron apenas 27 casos confirmados.
Expansión fuera de zonas amazónicas y riesgo urbano
Uno de los hallazgos más preocupantes del informe es la aparición sostenida de brotes en zonas no endémicas. En Colombia, por ejemplo, el foco principal se ha desplazado a Tolima, donde se han confirmado casos humanos en 12 municipios y 33 de las 41 epizootias en primates no humanos del país.
En Brasil, los casos se han concentrado en el estado de São Paulo. La OPS califica como “muy probable” la expansión del virus hacia áreas ecológicamente susceptibles, muchas de las cuales cuentan con presencia confirmada del mosquito Aedes aegypti, vector también de dengue y chikungunya.
Esto aumenta el riesgo de reurbanización del virus, lo que no ocurre desde mediados del siglo XX, y plantea un desafío complejo para los sistemas urbanos de salud pública, donde la cobertura vacunal suele ser más baja en adultos jóvenes y migrantes.
Vacunación: eficaz, pero aún insuficiente y desigual
La vacuna contra la fiebre amarilla proporciona inmunidad de por vida con una sola dosis. Sin embargo, la cobertura en la región sigue siendo subóptima. Según el informe:
- Solo Ecuador y Guyana alcanzaron el 95 % recomendado en 2023
- Brasil, Perú, Bolivia, Panamá y Venezuela reportaron coberturas por debajo del 80 %
- Colombia alcanzó el 86 % en 2023, con incremento a 90 % en 2024, pero persisten brechas territoriales
La situación se agrava en 2025 por la limitada disponibilidad internacional de vacunas, lo que ha llevado a considerar el uso de dosis fraccionadas de 0,1 ml como medida temporal en campañas masivas.
Letalidad y diagnóstico: una combinación mortal
Con una letalidad promedio del 40 %, la fiebre amarilla es actualmente uno de los arbovirus más letales en circulación. La OPS advierte que el diagnóstico temprano continúa siendo un reto, particularmente en zonas rurales y selváticas con escaso acceso a pruebas PCR o confirmación por laboratorio.
Muchos casos son inicialmente clasificados como dengue, leptospirosis o hepatitis viral, lo que retrasa el tratamiento oportuno y contribuye al subregistro. Además, el personal de salud en regiones endémicas frecuentemente no cuenta con formación especializada para el diagnóstico diferencial.
Fallas estructurales en vigilancia y comunicación
El informe identifica debilidades persistentes que afectan la capacidad de respuesta de los Estados:
- Vigilancia entomológica y epizootiológica insuficiente, especialmente en áreas rurales
- Capacidad limitada en laboratorios locales para confirmación diagnóstica
- Subregistro de casos humanos y epizootias en primates no humanos
- Baja percepción del riesgo entre la población, y campañas de comunicación no diferenciadas cultural ni territorialmente
Estas deficiencias generan zonas ciegas epidemiológicas que impiden anticipar y contener oportunamente los focos activos.
Colombia: un caso emblemático de riesgo en expansión
El brote en Colombia representa uno de los focos de atención más urgentes. El departamento de Tolima, fuera de la Amazonía, ha concentrado la mayoría de casos humanos y epizootias del país, con una letalidad que supera el 37 %.
Además de los casos en Tolima, también se han identificado infecciones en Meta, Putumayo y Cauca, lo que sugiere una circulación más amplia del virus. La cobertura vacunal en adultos y trabajadores rurales es variable, y los hospitales de segundo nivel en estas regiones presentan limitaciones para el manejo intensivo de casos graves.
Recomendaciones de la OPS: seis prioridades estratégicas
Ante el escenario regional, la OPS ha emitido una serie de recomendaciones técnicas para contener el brote y prevenir su expansión urbana:
- Ampliar la vacunación masiva en zonas de riesgo y entre grupos de alta exposición.
- Fortalecer el diagnóstico clínico y laboratorial, incluyendo la capacitación del personal.
- Designar hospitales de referencia con capacidad resolutiva para casos graves.
- Asegurar disponibilidad de vacunas y establecer reservas estratégicas nacionales.
- Reforzar la vigilancia integrada bajo el enfoque “Una Salud”, incluyendo epizootias.
- Implementar campañas de comunicación culturalmente adaptadas, especialmente para poblaciones indígenas, migrantes y rurales.
Fiebre amarilla, una emergencia prevenible que exige decisiones inmediatas
La evaluación de la OPS evidencia una amenaza epidemiológica creciente y, sobre todo, evitable. La fiebre amarilla tiene vacuna, protocolos y experiencia acumulada. Pero la inacción, la fragmentación institucional y la pérdida de capacidades operativas post-pandemia están abriendo espacio para una reconfiguración del riesgo regional, con consecuencias potenciales devastadoras.
Colombia y los demás países de la región deben actuar con rapidez. Las decisiones sobre vacunación, vigilancia, infraestructura hospitalaria y comunicación pública no pueden seguir siendo pospuestas si se quiere evitar que el virus regrese a las ciudades y ponga a prueba, una vez más, la resiliencia de los sistemas de salud.