La lipodistrofia es una enfermedad poco frecuente caracterizada por una alteración en la distribución de la grasa corporal. En lugar de acumularse en zonas comunes como brazos, piernas o rostro, puede desaparecer de esas regiones o concentrarse en áreas inusuales como el abdomen o el cuello. Su incidencia es baja, alrededor de 4,7 casos por millón de habitantes, pero su impacto sobre la calidad de vida y la salud metabólica es significativo.
Esta condición, a menudo confundida con obesidad o síndrome metabólico, puede desencadenar enfermedades como diabetes mellitus de difícil control, hipertrigliceridemia, hígado graso e incluso complicaciones cardiovasculares y renales. La invisibilidad de la lipodistrofia en la conversación pública y médica genera demoras en el diagnóstico y tratamiento, razón por la cual su conmemoración anual cada 31 de marzo cobra especial relevancia.
Una enfermedad, múltiples formas de manifestarse
De acuerdo con el Dr. Luis Antonio Rodríguez Arrieta, médico endocrinólogo egresado de la Universidad de Antioquia, la lipodistrofia puede clasificarse en dos grandes grupos: generalizada y parcial. “En la forma generalizada, se pierde casi toda la grasa corporal desde etapas tempranas de la vida, mientras que, en la parcial, la alteración se limita a ciertas zonas y puede manifestarse más adelante”, explica.
Las causas también varían. Algunas son genéticas, como mutaciones en genes que alteran el metabolismo del tejido adiposo; otras son adquiridas, relacionadas con infecciones como el VIH, el uso prolongado de medicamentos antirretrovirales o enfermedades autoinmunes. En ambos casos, la apariencia física puede cambiar drásticamente, lo que también incide en la salud mental del paciente.
Señales de alerta que pueden salvar vidas
El diagnóstico de la lipodistrofia suele retrasarse debido a su similitud clínica con otros trastornos. Sin embargo, hay signos clave que deben encender las alarmas en los profesionales de la salud: pérdida o acumulación inusual de grasa, resistencia a la insulina, triglicéridos elevados sin causa aparente, diabetes de difícil manejo, acantosis nigricans (manchas oscuras en cuello, axilas o ingles) y agrandamiento del bazo.
Reconocer estos síntomas y referir al paciente a un endocrinólogo o genetista puede hacer la diferencia en el pronóstico. La atención temprana permite iniciar tratamientos farmacológicos y no farmacológicos adecuados que disminuyen el riesgo de complicaciones y mejoran significativamente la calidad de vida del paciente.
Tratamiento: un enfoque multidisciplinario es clave
El abordaje de la lipodistrofia debe ser integral. Según el Dr. Rodríguez Arrieta, existen opciones terapéuticas que mejoran el metabolismo de la glucosa y los lípidos. “Pero más allá del medicamento, es esencial contar con un equipo multidisciplinario conformado por endocrinólogos, nutricionistas, psicólogos y genetistas que brinden soporte físico y emocional al paciente”, puntualiza.
Una dieta baja en carbohidratos refinados y grasas saturadas, ejercicio físico regular y acompañamiento psicológico para trabajar la percepción corporal son pilares fundamentales del tratamiento. Las terapias deben ajustarse a la complejidad de cada caso, considerando las manifestaciones clínicas, los antecedentes genéticos y el impacto emocional de la condición.
Experiencias que inspiran
Daniela Rodríguez, ingeniera industrial de 30 años, fue diagnosticada con lipodistrofia en plena pandemia, aunque convivía con síntomas desde los 14 años. Antes del diagnóstico, evitar espacios sociales como piscinas o viajes era una constante, debido a la incomodidad con su cuerpo. Hoy, su vida ha cambiado. Gracias al tratamiento y al acompañamiento médico, ha logrado estabilidad en su salud y ha emprendido su propio negocio: Un Café Pa’ Sumercé, ubicado en Gachetá, Cundinamarca.
Daniela comparte con orgullo que ha aprendido a aceptar su cuerpo, con sus asimetrías y musculatura pronunciada, y a valorar la importancia del autocuidado. “Conocer el nombre de mi enfermedad me devolvió la confianza”, afirma. Sus planes incluyen expandir su emprendimiento y lanzar su propia marca de café, demostrando que un diagnóstico temprano y el acceso a tratamiento pueden transformar vidas.
La voz de las organizaciones de pacientes
Desde ACOPEL, Luz Victoria Salazar, su directora ejecutiva, subraya que “la variedad de manifestaciones físicas hace que el diagnóstico sea un reto clínico importante, por lo que es clave estudiarlos con precisión para una clasificación adecuada”. La entidad ha acompañado a múltiples pacientes con lipodistrofia en Colombia, promoviendo espacios de educación, concientización y acceso a tratamientos que garanticen el derecho a una vida digna.
La labor de organizaciones como ACOPEL resulta fundamental para hacer visible esta patología huérfana y fomentar el conocimiento entre profesionales de la salud, especialmente en atención primaria, para facilitar la identificación oportuna de casos sospechosos.
Una fecha para reflexionar y actuar
El Día Mundial de la Lipodistrofia invita a los profesionales de la salud a ampliar su mirada sobre los trastornos metabólicos, a considerar esta condición dentro del diagnóstico diferencial de pacientes con diabetes atípica o dislipidemias graves y a buscar apoyo de equipos multidisciplinarios para brindar una atención adecuada.
Además, es una oportunidad para los tomadores de decisiones en salud de promover la inclusión de tratamientos en los planes de beneficio, garantizar acceso equitativo y fortalecer la educación médica continua sobre enfermedades huérfanas. La lipodistrofia, aunque poco frecuente, tiene una carga clínica y emocional que no puede ser ignorada.
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