La designación de Donald Trump al conocido antivacunas Robert F. Kennedy como secretario de Salud ha desatado una ola de reacciones y también una caída significativa en las acciones de las empresas farmacéuticas de vacunas. La comunidad científica y los mercados financieros están evaluando las implicaciones de esta controvertida designación.
El anuncio del presidente electo Donald Trump de proponer a Robert F. Kennedy como secretario de Salud ha provocado un fuerte impacto en la Bolsa, particularmente en las empresas farmacéuticas dedicadas a la producción de vacunas. Las acciones de Moderna cerraron con una caída del 5,6%, mientras que Novavax se hundió un 7%. Este descenso no es aislado, ya que Pfizer y GSK, ambas desarrolladoras de vacunas contra la COVID-19, también experimentaron importantes caídas en sus cotizaciones.
La incertidumbre generada en los mercados financieros tiene su origen en la conocida postura de Kennedy en contra de la inmunización y las vacunas, posición que ha repetido en múltiples ocasiones, llegando a describir las vacunas contra la COVID-19 como un “crimen contra la humanidad”. La propuesta de Trump fue confirmada a través de su red social Truth, ya con la Bolsa de Nueva York cerrada, y en la misma el presidente electo afirmó: “Durante demasiado tiempo, los estadounidenses han sido aplastados por el complejo alimentario industrial y las compañías farmacéuticas que se han dedicado a engañar, confundir y desinformar en lo que respecta a la Salud Pública”.
Posturas de Kennedy entre la controversia y las teorías de la conspiración
Robert F. Kennedy, hijo del senador Robert F. Kennedy y sobrino del presidente John F. Kennedy, ha sido conocido por su activa oposición a las vacunas y su defensa de posturas anticientíficas. Durante la pandemia de COVID-19, Kennedy afirmó que las vacunas provocaban autismo y comparó la vacunación masiva con el Holocausto nazi. Además, promovió teorías conspirativas sobre el origen de la pandemia, alegando que el virus estaba diseñado para atacar a las personas blancas y negras, mientras que “los judíos y los chinos” eran los más inmunes.
Su falta de respaldo a la evidencia científica y su postura firme en teorías de la conspiración han generado grandes preocupaciones en la comunidad médica y científica. Diversos expertos consideran que la nominación de Kennedy podría suponer un retroceso para la salud pública en Estados Unidos. Peter G. Lurie, presidente del Centro para la Ciencia de Interés Público (CSPI), fue enfático al respecto, afirmando que “Robert F. Kennedy, Jr. no está ni remotamente cualificado para el cargo y no debería estar cerca de las agencias basadas en la ciencia que salvaguardan nuestra nutrición, seguridad alimentaria y salud”. Lurie comparó la nominación de un conocido antivacunas para el Departamento de Salud con “poner a un terraplanista a la cabeza de la NASA”.
Impacto en la política sanitaria de Estados Unidos – regulación farmacéutica
La elección de Kennedy como posible secretario de Salud no solo ha sacudido a la Bolsa, sino también ha despertado temores en torno al futuro de la política sanitaria de Estados Unidos. Kennedy ha prometido ser “salvaje” en la administración sanitaria, un enfoque que preocupa a los expertos que abogan por una política basada en la evidencia científica y la protección de la salud pública. Las posturas de Kennedy incluyen también eliminar los colorantes artificiales de los cereales, algo que ha provocado una caída adicional en las acciones de WK Kellog, uno de los principales productores de cereales.
El enfoque de Kennedy sobre la regulación alimentaria y farmacéutica ha estado marcado por su rol como abogado, donde se ha enfrentado en múltiples ocasiones a grandes compañías y agencias federales, alegando que estas atentan contra la salud de los estadounidenses mediante el uso de productos químicos y aditivos tóxicos. Su llegada al Departamento de Salud podría significar una mayor presión sobre la industria farmacéutica, pero también implica un riesgo considerable de que las teorías conspirativas y el escepticismo científico influyan en la toma de decisiones políticas.
Reacciones y riesgos para la salud pública
Las reacciones a la nominación de Kennedy no se han hecho esperar, y van desde la caída de las acciones de las principales farmacéuticas hasta el rechazo de la comunidad científica. Peter G. Lurie también afirmó: “Si los pequeños virus sin pretensiones pudieran hablar, el sarampión, las paperas y la rubéola estarían aplaudiendo ruidosamente la nominación de este prolífico difusor de desinformación científica”. Esta afirmación subraya el temor de que un aumento en la desconfianza hacia las vacunas pueda derivar en un resurgimiento de enfermedades prevenibles que ya habían sido controladas o erradicadas.
Kennedy ha insistido en que el aumento en la prevalencia de ciertos trastornos, como el autismo, está relacionado con el uso de vacunas, una afirmación que ha sido refutada por la evidencia científica en numerosas ocasiones. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han dejado claro que no existe evidencia que respalde la afirmación de que las vacunas causen autismo, y la difusión de estas ideas contribuye a debilitar la confianza pública en uno de los mayores logros de la medicina moderna.
La designación de Robert F. Kennedy como secretario de Salud marca un giro radical en la dirección de la política sanitaria de Estados Unidos, poniendo en jaque los avances en vacunación y salud pública alcanzados en las últimas décadas. Si bien la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido bien recibida por los mercados en términos de sus propuestas de rebajas fiscales, la elección de un conocido antivacunas para un puesto tan relevante ha generado una incertidumbre profunda en la industria farmacéutica y entre los expertos en salud.