En el marco del Día de la Malaria en las Américas 2025, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) hizo un llamado urgente a los países de la región para cerrar las brechas en el acceso al diagnóstico y tratamiento oportuno de la malaria, especialmente en comunidades rurales, remotas e indígenas, donde la enfermedad continúa siendo endémica y amenaza los avances logrados hacia su eliminación.
El doctor Jarbas Barbosa, Director de la OPS, enfatizó que la eliminación de la malaria es un objetivo alcanzable siempre que exista una respuesta articulada entre gobiernos, servicios de salud y comunidades. “Cada caso de malaria es prevenible y tratable. Contamos con las herramientas para eliminar la malaria, pero esto solo será posible si los servicios de salud y las comunidades trabajan juntos para que las pruebas y el tratamiento estén disponibles para todos, en todas partes”.
Durante 2024, las Américas registraron más de 537.000 casos de malaria, lo que representa un aumento del 6% respecto a 2023. Este incremento estuvo asociado a factores como la migración interna, la minería aurífera, los efectos del fenómeno de El Niño y las dificultades logísticas para el acceso a los servicios de salud en zonas aisladas o afectadas por conflictos.
Los datos evidencian que, pese a los progresos en algunos países, la malaria sigue afectando de forma desproporcionada a poblaciones vulnerables. En la cuenca amazónica, por ejemplo, la dispersión geográfica y la limitada cobertura sanitaria impiden una atención rápida y sostenida.
Progresos y logros en la eliminación de la malaria
A pesar de los desafíos, la OPS destacó los avances significativos logrados en varios países de la región. En 2025, Suriname se convirtió en el primer país de la cuenca amazónica en recibir la certificación de libre de malaria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sumándose a Paraguay (2018), Argentina (2019), El Salvador (2021) y Belice (2023).
Otros países también reportan una reducción sostenida en los casos: Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guayana Francesa y México registran los niveles más bajos de transmisión en su historia reciente, mientras que Honduras y Nicaragua redujeron los casos de Plasmodium falciparum en un 70% y 52%, respectivamente, acercando a Centroamérica a la eliminación total de este parásito.
Estos avances demuestran que la eliminación de la malaria es posible cuando se mantiene un compromiso político de alto nivel, se refuerza la acción comunitaria y se invierte en vigilancia epidemiológica continua.
Desafíos persistentes: transmisión en la cuenca amazónica y zonas vulnerables
La transmisión de la malaria persiste en 15 países y un territorio de las Américas, siendo Brasil (30%), Colombia (24%) y Venezuela (19%) los responsables de casi tres cuartas partes de todos los casos regionales.
La cuenca amazónica concentra el 88% de las infecciones, mientras que en la costa del Pacífico colombiano las comunidades dispersas enfrentan obstáculos severos para acceder a pruebas y tratamientos.
Los pueblos indígenas siguen siendo los más afectados: representan más de un tercio de los casos notificados y cerca del 30% de las muertes por malaria en la región. La OPS advirtió que la desigualdad estructural, la falta de infraestructura sanitaria y la exposición a condiciones ambientales extremas son factores que perpetúan la transmisión.
En Bolivia, Perú, Colombia, Haití y Panamá, el repunte de casos durante 2024 refleja la vulnerabilidad de los sistemas de salud locales ante el cambio climático, la movilidad humana y la expansión de actividades económicas informales que favorecen la proliferación de mosquitos vectores.
El papel esencial de los colaboradores comunitarios
Uno de los pilares de la estrategia regional para la eliminación de la malaria es el fortalecimiento de la atención comunitaria. La OPS destacó la labor de miles de trabajadores de salud y colaboradores locales que, desde sus propias comunidades, garantizan la detección temprana y el tratamiento oportuno.
Estos agentes comunitarios, capacitados por los ministerios de salud, son la primera línea de defensa contra la malaria en territorios indígenas, aldeas rurales y zonas fronterizas. Su trabajo ha permitido establecer puntos permanentes de diagnóstico y atención, eliminando las barreras geográficas que antes dificultaban el control de la enfermedad. En muchos casos, son los únicos representantes del sistema sanitario a cientos de kilómetros de distancia de los centros urbanos.
El enfoque comunitario, según la OPS, ha demostrado que la participación local no solo salva vidas, sino que fortalece la confianza en los servicios de salud y mejora la sostenibilidad de las intervenciones.
Estrategias y metas hacia la eliminación regional
En el marco de su Iniciativa para la Eliminación de Enfermedades, la OPS renovó su compromiso para apoyar a los países de la región en el objetivo de eliminar la malaria y más de 30 enfermedades transmisibles antes del año 2030.
Para lograrlo, la organización propone tres ejes estratégicos:
Ampliar el acceso al diagnóstico y tratamiento rápido, fortaleciendo las redes locales de atención primaria y los agentes comunitarios.
Reforzar los sistemas de vigilancia epidemiológica, garantizando la generación de datos oportunos y fiables para orientar las decisiones en salud pública. Construir alianzas nacionales e intersectoriales que integren gobiernos, comunidades y socios estratégicos, bajo el liderazgo técnico de los ministerios de salud.
La OPS subraya que estos esfuerzos requieren financiamiento sostenido, coordinación intergubernamental y una visión común que priorice la equidad y el acceso universal.
Un llamado a la acción colectiva
El Día de la Malaria en las Américas 2025 es más que una conmemoración: es un recordatorio de los avances alcanzados y de los retos aún pendientes. La OPS insiste en que cada caso prevenible es una oportunidad perdida y que la eliminación total de la malaria solo será posible mediante la colaboración activa de los sistemas de salud, las comunidades y los socios internacionales.
“Tenemos las herramientas para eliminar la malaria”, reiteró Jarbas Barbosa. “Pero necesitamos garantizar que nadie quede fuera del acceso al diagnóstico ni al tratamiento. La eliminación solo será posible con equidad y acción comunitaria”.
