“Que cuando la tormenta se disipe y sea capaz de recoger mis huesos del suelo, para así volver a caminar una vez más” – Fermina Ponce, 2024
¿Cuántos de nosotros no hemos tenido la sospecha en la vida de tener un trastorno mental y, en específico, un trastorno bipolar?
Creería que la respuesta afirmativa es superior al 90%; sobre todo en la medida en que nuestro desconocimiento y el tabú social de las patologías mentales han sido inmensos, el uno alimentado por el otro, y viceversa.
Durante los últimos años he leído con avidez los hermosísimos poemas de Fermina Ponce (Bogotá, 1972), los cuales me permitieron identificarme, en plena pandemia, en sentimientos y emociones comunes a través de la palabra escrita en sus poemarios “Al desnudo” y “Se llamará piedra”.
Ahora llega Fermina a Colombia con su obra en prosa, una apuesta a la belleza, una novela contenida en quince relatos – capítulos – redactados en una prosa poética de gran calidad literaria. Su libro, “Todo este silencio” (Urano, 2024), es una obra que nos lleva a lo profundo de la experiencia íntima y desgarradora de vivir con trastorno bipolar. Fermina Ponce nos guía de su mano por los altibajos emocionales, las luchas internas y los momentos de profunda introspección que caracterizan esta condición.
No podemos dejar de hablar de salud mental. En la encuesta publicada por el MinSalud el año pasado (https://www.minsalud.gov.co/Paginas/66-porciento-de-colombianos-declara-haber-enfrentado-algun-problema-de-salud-mental.aspx) frente a la pregunta ¿Crees haber tenido en algún momento de la vida problemas con tu salud mental?, el 66,3% de los colombianos declara que en algún momento de su vida ha enfrentado algún problema de salud mental. Este porcentaje es significativamente mayor entre las mujeres (69,9%). En el rango de 18 a 24 años el 75,4% de mujeres así lo declara.
A la pregunta, ¿Cuál es el espacio más propicio para generar problemas de salud mental?, la población señala “la casa” en un porcentaje del (44,5%). Este espacio es mencionado con más frecuencia entre las mujeres que entre los hombres. Llama mucho la atención que justo el lugar, donde más protección se debería percibir, sea el mismo donde casi la mitad de la población se sienta más vulnerable.
Y en este contexto, en Colombia, que no es nada distinto al contexto mundial, nos encontramos con un libro de quince capítulos con títulos tan sugestivos como “Días monocromáticos” o “Palabras colgadas”, capítulos en los que la autora comparte sus vivencias personales con valentía y honestidad, rompiendo el estigma que rodea a la salud mental. Sus palabras resultan un bálsamo para quienes sufren en silencio, un recordatorio de que no están solos en su lucha.
Fermina utiliza la poesía como un vehículo para expresar la complejidad de sus emociones. Su prosa fluye con naturalidad, con autenticidad, con honestidad, transmitiendo la intensidad de la manía y la desesperanza de la depresión (“Y cuando eso ocurre el sol primero se asusta/después se esconde/más tarde se ausenta/ y al fin pareciera que se muere”). La autora nos muestra la belleza que se esconde en el dolor, la resiliencia que nace de la adversidad.
Y sí, muchas de sus poemas provienen de su estado de hipomanía: “Cuando atravieso estados de hipomanía, el proceso de lectura y escritura son rápidos, vertiginosos, acelerados, efectivos y acertados. De hecho, mi poemario “Sin nombre”, lo escribí en cuestión de cuatro meses… Estar en un estado de estos puede parecer ideal, sin embargo, cuando la crisis desaparece, la depresión es mayor…”
“Todo este silencio” es un libro respecto del que no quiero hacer spoilers, porque su narrativa es tan valiosa que esa invitación a la reflexión, a la empatía y a la comprensión, es algo que debe ser leído de forma personal. Lo cierto es que impresiona la exclusión social de la que en algún momento fue objeto la protagonista/autora. Impresiona también el amor y apoyo incondicional de su esposo y de sus hijos. Impresiona su sinceridad: “Por momentos temo ya no volver a ser aquella que fui. Temo volverme otra mujer. Una muy diferente a mí. Temo convertirme en una desconocida”
Y no puedo dejar de hacer una reflexión, que intentará ser científica sobre el trastorno bipolar, reflexión que ella misma hace en el último capítulo “Mi estigma y mi protesta”.
El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica que se caracteriza por cambios extremos en el estado de ánimo, desde episodios de manía o hipomanía (euforia, energía excesiva, irritabilidad) hasta episodios de depresión (tristeza profunda, pérdida de interés, fatiga).
Esta condición afecta a millones de personas en todo el mundo y puede tener un impacto significativo en su calidad de vida. Afortunadamente, y es algo que Fermina quiere que sepamos y no olvidemos, existen tratamientos efectivos que pueden ayudar a controlar los síntomas y permitir que las personas con trastorno bipolar lleven una vida plena y satisfactoria.
La investigación científica ha avanzado considerablemente en la comprensión de las causas y los mecanismos subyacentes del trastorno bipolar. Se cree que una combinación de factores genéticos, ambientales y neuroquímicos contribuye al desarrollo de esta enfermedad.
El tratamiento del trastorno bipolar suele incluir una combinación de medicamentos y sicoterapia. Los medicamentos ayudan a estabilizar el estado de ánimo y prevenir los episodios de manía y depresión. La sicoterapia, por su parte, proporciona herramientas para manejar los síntomas, mejorar la calidad de vida y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables.
Es importante destacar que el trastorno bipolar es una enfermedad tratable y que las personas que la padecen pueden llevar una vida plena y productiva.
La clave está en buscar ayuda profesional, identificarla y seguir el tratamiento adecuado.
El libro de Fermina Ponce es un valioso aporte para visibilizar esta condición y romper el estigma que la rodea. Su testimonio nos recuerda la importancia de hablar abiertamente sobre la salud mental y buscar apoyo cuando lo necesitamos.
Esta obra es, pues, un testimonio poderoso de la fuerza del espíritu humano, pero también una celebración de la vida en todas sus tonalidades: “Para mí un buen día es poder estar presente en los eventos sencillos y grandes de la vida de mi familia, ser capaz de saborearlos, disfrutarlos, recordarlos como si hubieran ocurrido ayer, tener la certeza de que no me perdí nada de ellos”.
Una lectura maravillosa, porque es un libro que se lee con el corazón.