TALENTO HUMANO EN SALUD: DESDE LA PERSPECTIVA PERUANA

Este es el artículo del Dr. José E. Cabrejo Paredes. Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Presidente de la Sociedad Peruana de Doctores para la revista Formarsalud edición diciembre de 2020
talento humano en salud peruana
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La pandemia por COVID-19 ha desnudado las fortalezas y debilidades de los sistemas de salud a nivel mundial, así como la expresión de la vocación, solidaridad y empatía de los profesionales de salud hacia su comunidad. En el Perú, las particularidades regionales expresadas en comportamientos territoriales diversos, no ha sido una excepción la creatividad y heroísmo plagado de alegría y sufrimiento a la vez.

El modelo sanitarista

Con una influencia fuerte del modelo flexneriano que en los últimos años se tornó “hospitalocentrista” y disfrazado comunitariamente también en “sanitarismo” al modo de “campañas de detección y tratamiento”, el profesional de la salud peruano se vio obligado a esperar la llegada de casos o la detección frente a la aparición de los mismos reduciendo la intervención a un aspecto únicamente curativo, muy insuficiente para una enfermedad que no presenta tratamiento específico, además de una tecnología escasa y limitada para abordar sus complicaciones. Los profesionales de salud han dado y siguen dando todo su esfuerzo este año para evitar dolorosas muertes y familias enlutadas. Su sacrificio ha llegado a ser tan grande que muchos de ellos han fallecido a causa de su exposición como si fueran “soldados que caen en acción” en una guerra donde el enemigo se mimetiza y oculta en nosotros, dando lugar a una inadecuada protección.

¿Recurso humano o talento humano?

Desde el enfoque taylorista, todavía seguimos denominando a nuestros profesionales de salud como recurso humano, aquel “recurso” del que puedo disponer y ubicar según las necesidades de los gestores y que se convierten muchas veces en una pieza más o en un número menos que contar, sin tomar en cuenta su opinión, perdiendo el significado humanístico de su identidad.

En esto momentos más que nunca, se hace necesario mirar esas competencias blandas de nuestros profesionales que han demostrado liderazgo, trabajo en equipo, y solidaridad con los demás poniendo mucha iniciativa y creatividad en situaciones difíciles.

El profesional de la salud peruano tiene mucho talento, y más allá del aspecto san-itarista de la curación, también promociona y previene, se comunica con su entorno, con su comunidad, con sus pares. Hemos olvidado cuánto podemos construir con una comunicación efectiva, con un abordaje familiar o con una red comunitaria como ya nos lo enseñaba hace cerca de noventa años atrás Manuel Nuñez Butrón con el Rijcharismo, en la ciudad de Puno.

El talento humano peruano tiene mucho que aportar en un país pluricultural donde se exigen estrategias y no estrategia, lenguajes y no lenguaje, requiere de una visión politerritorial de los problemas de salud y es ahí donde se necesita de la persona y no de un recurso.

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Entre la evidencia científica y la experiencia en salud pública

La evidencia científica ha tenido un protagonismo muy especial en la medicalización de esta pandemia, algunas veces escuchada otras opacada por las voces de políticos, opinológos o “expertos”, lo cierto es que además de ello la experiencia en salud pública nos ha demostrado que el comportamiento de este problema es tan complejo como lo es la misma vida humana, con articulaciones de orden-desorden y de equilibrio-caos.

La experiencia en campo nos ha enseñado que más que una enfermedad hay personas enfermas, que no podemos intervenir con una lógica vertical y desintegrada de niveles sino desde la comprensión de la esencia familiar y comunitaria que nos obliga a un enfoque de abordaje integral comunitario en ese “nivel cero” llamado territorio.

No hemos tenido un tratamiento específico para esta enfermedad, pero sí estábamos seguros de qué medidas pudieron prevenirla. Sin embargo, el sistema sobrecargó al profesional de salud con un colapso sanitario algo que no pudo resolver con buenas y oportunas estrategias de salud pública.

La infodemia y la tolerancia

El profesional de salud peruano ha tenido no solo que enfrentar al escaso presupuesto del sistema de servicios de salud, mínima cantidad de equipos de protección personal y la insuficiente infraestructura para recibir a las personas enfermas sino sobre todo a esta infodemia que se ha extendido en las redes sociales, contradiciendo muchas veces los diagnósticos y tratamientos con la consecuente complicación en la capacidad de intervención oportuna para salvar vidas humanas.

En este espacio, el profesional de la sa-lud ha tenido que ser tolerante y creativo para poder abordar la sindemia presentada entre la desinformación/mala información y la enfermedad en sí. Enfrentar los temores propios y creados de los pacientes que ha sido todo un reto digno de respetar y admirar.

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Perspectivas y escenarios

Teniendo una mirada al 2021, debemos reconocer que nuestros médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud quedan con secuelas de una salud mental deteriorada debido al intenso estrés, dispuestos a abordar los retos de una población ahora más pobre, con más problemas de salud, con atención a sus enfermedades crónicas muchas veces pospuestas por la pandemia covid-19. Un talento humano que pondrá en juego toda su empatía y solidaridad para comprender que los problemas de salud son más que una pandemia, que los comportamientos sociales y familiares son un presente y futuro para nuestro abordaje.

El 2021 será un año para entender que la especialidad de medicina familiar y comunitaria es más necesaria que nunca y que primer nivel de atención no es lo mismo que decir atención primaria de salud. Que debemos de dejar de dar atenciones a las personas por etapas de vida y mirar el curso de vida como eje central, que ya no existe sentido para categorizaciones verticales sino para un trabajo horizontal y muchas veces tridimensional tejiendo redes donde todos somos importantes.

La propuesta es que los hospitales ya no sean centro del sistema sino la población como tal, donde se busque que la persona sana no enferme y si enferma no se complique, donde ya no hablaremos de una atención primaria sino de cuidados esenciales de salud.

Tenemos el reto de no separar el generalismo de la especialidad para generar espacios de abordaje conjunto, con fundamento dialógico interdisciplinario con enfoque en el ser biopsicosocial y no solamente a una estructura corporal dañada. Hay mucho por hacer y mucho por aprender.

Toda mi admiración y respeto al profesional de salud peruano, y también latinoamericano, que día a día se enfrenta en diversas regiones a situaciones duras pero que siempre lleva adelante acciones innovadoras cuidando de la población que ha quedado a su cargo.

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