Mucopolisacaridosis tipos 3 y 4: síntomas, diagnóstico y tratamiento de estas variantes raras de la enfermedad genética

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La mucopolisacaridosis (MPS) es una enfermedad rara y genética que afecta la capacidad del cuerpo para descomponer y reciclar los mucopolisacáridos, un tipo de azúcar complejo presente en diferentes tejidos del cuerpo. En este artículo, nos enfocaremos en los tipos 3 y 4 de la MPS, dos variantes que presentan síntomas específicos y únicos. Hablaremos sobre los síntomas, diagnóstico y tratamiento de estas variantes, así como los avances más recientes en la investigación de la MPS.

Si te interesa conocer más sobre esta enfermedad, sus variantes 3 y 4 y cómo afectan a quienes la padecen, ¡sigue leyendo!

Los mucopolisacáridos son moléculas grandes y complejas que se encuentran en muchos tejidos del cuerpo, incluyendo los cartílagos, los huesos, la piel y los órganos internos.

El cuerpo normalmente descompone y recicla los mucopolisacáridos a través de enzimas específicas, pero el mal funcionamiento de estas enzimas o su ausencia genera la acumulación de mucopolisacáridos en las células del cuerpo, dando como resultado la mucopolisacaridosis, que se define como un trastorno genético raro que afecta la capacidad del cuerpo para descomponer y reciclar los mucopolisacáridos, un tipo de azúcar complejo.

Según el Dr. Roberto Giugliani, director del Servicio de Genética Médica del Hospital de Clínicas de Porto Alegre en Brasil, “la MPS es una enfermedad que puede afectar a cualquier órgano o sistema del cuerpo, lo que puede hacer que el diagnóstico sea difícil y el tratamiento sea complejo”.

¿Cómo afecta el mal funcionamiento de las enzimas a la mucopolisacaridosis?

Existen varios tipos de MPS, cada uno de los cuales es causado por una deficiencia diferente de la enzima. Según un estudio publicado en la revista Orphanet Journal of Rare Diseases, los tipos más comunes de MPS son MPS I, MPS II, MPS III, MPS IV, MPS VI y MPS VII, con una prevalencia combinada de 1 en 25,000 a 1 en 100,000 nacimientos. 

Los síntomas de la MPS pueden ser muy variados y dependen del tipo de MPS que tenga la persona. Según la Dra. Barbara Burton, profesora de pediatría en la Universidad de Northwestern en Chicago, “los síntomas pueden incluir problemas de crecimiento, problemas respiratorios, problemas cardíacos, problemas óseos, problemas de visión y audición, problemas de comportamiento, retraso mental y convulsiones”. 

¿Cómo se realiza el diagnóstico de la enfermedad MPS? 

El diagnóstico de la MPS es un proceso complejo que puede requerir varias pruebas diferentes. Según un estudio publicado en la revista Molecular Genetics and Metabolism, “la biopsia de piel y la prueba genética son los métodos más utilizados para el diagnóstico de la MPS”.

La biopsia de piel implica tomar una pequeña muestra de piel de la persona y analizarla para detectar la acumulación de mucopolisacáridos.

La prueba genética implica analizar el ADN de la persona para detectar mutaciones en los genes responsables de producir las enzimas necesarias para descomponer los mucopolisacáridos.

¿Cuál es el tratamiento de la enfermedad MPS?

El tratamiento de la MPS se centra en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Según un estudio publicado en la revista Molecular Therapy, “la terapia de reemplazo enzimático (TRE) es el tratamiento estándar para la mayoría de los tipos de MPS”.

La TRE es un tratamiento en el que se administra una enzima artificial al paciente para descomponer los mucopolisacáridos. Según el Dr. Giugliani, director del Servicio de Genética Médica del Hospital de Clínicas de Porto Alegre en Brasil, “la TRE ha demostrado ser efectiva para mejorar la calidad de vida de los pacientes con MPS, pero no puede curar la enfermedad y no puede prevenir todos los síntomas y complicaciones de la enfermedad”.

¿Qué avances se han hecho en cuanto al tratamiento? 

La terapia génica es un tratamiento experimental que se encuentra en las primeras etapas de desarrollo. Según un estudio publicado en la revista Human Gene Therapy, “la terapia génica ha demostrado ser efectiva en modelos animales de MPS, pero aún se necesitan más estudios para determinar su seguridad y eficacia en humanos”.

El trasplante de células madre también es un tratamiento experimental que se ha utilizado en algunos pacientes con MPS. Según un estudio publicado en la revista Blood, “el trasplante de células madre puede mejorar la producción de enzimas y reducir los síntomas de la MPS, pero también puede tener efectos secundarios graves y no es adecuado para todos los pacientes”.

El tratamiento de síntomas específicos puede ser útil para mejorar la calidad de vida de los pacientes con MPS. Según un estudio publicado en la revista American Journal of Medical Genetics, “la terapia ocupacional puede ayudar a los pacientes a desarrollar habilidades para la vida diaria, mientras que la fisioterapia puede ayudar a mejorar la movilidad y la fuerza muscular”. La terapia del habla puede ayudar a los pacientes con problemas de habla y lenguaje, y la terapia conductual puede ayudar a los pacientes a manejar los problemas de comportamiento y emocionales asociados con la MPS.

Tipos de MPS III y IV:

Los tipos de MPS varían dependiendo del defecto enzimático y la expresión diferencial en órganos y sistemas.

La MPS tipo III:

También conocido como síndrome de Sanfilippo, es un trastorno progresivo que afecta al sistema nervioso, lo que conduce al retraso en el desarrollo, problemas de comportamiento y, finalmente, a una demencia grave.

Cuando ambos progenitores son portadores del mismo gen mutado pasan una copia mutada a su hijo, lo que da como resultado un 25% de posibilidades de tener un hijo infectado en cada embarazo. Un 50% de probabilidad de que el hijo reciba solo una copia del gen y esto lo convertiría en portador (un portador no se afectará directamente, pero puede traspasar el gen mutado a su descendencia). Un 25% no tendría afectación alguna ni sería portador de la mutación. 

Según la Guía Sanfilippo de la Asociación MPS España esta enfermedad tiene una incidencia estimada de 1 en 70,000 a 1 en 1,000,000 de nacimientos. La enfermedad afecta principalmente a niños y se presenta con mayor frecuencia en poblaciones de ascendencia europea.

La MPS III tiene 4 subtipos con signos clínicos similares, depende de cuál enzima esté afectada. Los subtipos más comunes son A y B, mientras que C y D son poco frecuentes.

Reconocer el tipo del síndrome de Sanfilippo es esencial (A, B, C o D) ya que cada uno requiere un examen enzimático de sangre y no es fácil hacer los cuatro exámenes para diagnosticarlo.

Usando esta información y analizando el ADN de un afectado es posible determinar si los hermanos y hermanas son portadores o afectados por la MPS III o Síndrome de Sanfilippo ya sea del A, B, C o D.

  • El tipo A es la forma más grave y es causada por un defecto en el gen SGSH. Las personas con este tipo no poseen una forma normal de una enzima llamada Heparán N-sulfatasa.
  • El tipo B es causado por un defecto en el gen NAGLU. Las personas con este tipo carecen o no producen suficiente N-acetilglucosaminidasa.
  • El tipo C es causado por un defecto en el gen HGSNAT. Las personas con este tipo carecen o no producen suficiente acetil-CoA-alfa-glucosaminida N-acetiltransferasa.
  • El tipo D es causado por un defecto en el gen GNS. Las personas con este tipo carecen o no producen suficiente N-acetilglucosamina 6-sulfatasa.

¿Qué síntomas presentan los pacientes con MPS III?

El síndrome de Sanfilippo afecta a cada paciente de forma diferente y progresa más rápidamente en unos que en otros. Los bebés no muestran signos de la enfermedad, y es a partir de los 2 años a 6 años de vida cuando van apareciendo los cambios. 

Algunos pacientes con MPS III presentan un retraso progresivo del lenguaje y de la inteligencia, de su desarrollo cognitivo y un aumento progresivo de problemas motores y neurológicos graves, ya que el heparan-sulfato se acumula principalmente en el cerebro y es responsable de los numerosos problemas motores y neurológicos progresivos que afectan a los pacientes. Se presenta retraso neurológico, degeneración del sistema nervioso central, rasgos dismorfológicos sutiles, hiperactividad, agresividad, trastornos del sueño, hipoacusia, otitis e infecciones en la garganta.

Las complicaciones se dividen en tres fases y pueden incluir escoliosis, pérdida de equilibrio, convulsiones, problemas para deglutir y alimenticios, y fallecimiento por infecciones respiratorias severas. 

¿Se puede detectar la MPS III en el embarazo? 

En el caso de la enfermedad de Sanfilippo, existen tres situaciones en las que es posible realizar una prueba prenatal durante los primeros meses del embarazo para detectar la enfermedad:

  • Si la madre ya es madre de un niño con la enfermedad
  • Si sabe que es portadora
  • Si tiene un familiar con la enfermedad.

El diagnóstico prenatal se puede realizar mediante un estudio enzimático o genético en dos períodos del embarazo utilizando diferentes muestras fetales: la biopsia de corion (en la semana 10ª-12ª del embarazo) y la amniocentesis (en la semana 16ª del embarazo). 

Además, se puede realizar el análisis de GAGs en líquido amniótico para detectar la enfermedad. Es importante que los padres con niños afectados por mucopolisacaridosis consideren pedir consejo genético antes de tener otro hijo. 

¿Cómo evoluciona el síndrome en los niños? 

Mucopolisacaridosis 1 1

El progreso del síndrome se divide en tres etapas, la primera etapa se presenta en los primeros años de vida y conlleva un alto grado de frustración en los padres, ya que observan a su hijo con un desarrollo más lento que otros niños de su misma edad. 

Durante la segunda etapa el niño presenta una conducta hiperactiva en exceso, inquietud y en algunos casos mala conducta, durante esta etapa las habilidades de lenguaje y comprensión van desapareciendo gradualmente, lo que genera problemas de comunicación entre padres e hijo. 

Finalmente, en la tercera etapa los niños con el síndrome de Sanfilippo empiezan a andar más lentamente y tienen dificultades para mantener el equilibrio, los padres necesitan ayuda profesional para el cuidado y las demandas físicas de su hijo. Durante esta etapa suelen empezar las primeras crisis epilépticas en donde los niños pierden la atención durante unos segundos. Cuando esto ocurre el niño aparenta estar “fuera de onda” y tiene las pupilas dilatadas. Los afectados desarrollan epilepsia de diferentes formas. 

La degeneración neurológica severa ocurre en la mayoría de los pacientes alrededor de los 6 a 10 años acompañada por el rápido deterioro de las habilidades sociales y de adaptación.

La MPS tipo IV:

La MPS tipo IV, también conocida como síndrome de Morquio, afecta al esqueleto, lo que resulta en baja estatura, anomalías esqueléticas y problemas articulares.

Es causada por una deficiencia en N-acetilgalactosamina-6-sulfato sulfatasa (Morquio A) o beta-galactosidasa (Morquio B). Los síntomas de la MPS tipo 4 incluyen baja estatura, curvatura anormal de la columna vertebral, dolor articular y dificultad para respirar. 

La MPS IV se presenta en dos subtipos diferentes, pero ambos subtipos se heredan de manera autosómica recesiva. Son causados por una deficiencia en una enzima diferente necesaria para descomponer los mucopolisacáridos. Según la Dra. Elizabeth Braunlin, cardióloga pediátrica en el Hospital Infantil de Minnesota, “la MPS 4 afecta principalmente al esqueleto y al sistema respiratorio, lo que lleva a deformidades óseas, problemas respiratorios y una disminución de la esperanza de vida”.

  • El subtipo MPS IV A es el más común, representa el 70% de los casos y se debe a la deficiencia de la enzima N-acetilgalactosamina-6-sulfato sulfatasa (GALNS).
  • El subtipo MPS IV B es menos común, representa el 30% de los casos y se debe a la deficiencia de la enzima beta-galactosidasa (GLB1).

¿Qué síntomas presenta la MPS IV?

Los signos y síntomas de la MPS IV pueden variar ampliamente, pero pueden incluir problemas óseos, como deformidades de la columna vertebral, costillas en forma de silla de montar, piernas arqueadas y baja estatura. También puede haber problemas respiratorios, cardíacos y neurológicos. Otros síntomas pueden incluir problemas visuales, auditivos y dentales, así como problemas gastrointestinales.

¿Cómo se realiza el diagnóstico de MPS III Y IV: 

Se realiza mediante una combinación de pruebas para medir los niveles de GAGs, genéticas, análisis de orina y biopsias de piel para detectar la acumulación de mucopolisacáridos. El tratamiento se centra en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Esto puede incluir terapia de reemplazo enzimático, cirugía ortopédica, terapia física y ocupacional, y cuidados paliativos.

¿Existen tratamientos vigentes? 

El tratamiento de la MPS III y IV se centra en el apoyo y en aliviar los síntomas para mejorar la calidad de vida del paciente. La terapia de reemplazo enzimático es el tratamiento estándar para la mayoría de los tipos de MPS, aunque no puede curar la enfermedad y no puede prevenir todos los síntomas y complicaciones de la enfermedad, dicha terapia está disponible para algunos subtipos de MPS tipo 3, pero no es efectiva para la MPS tipo 4.

La terapia génica y el trasplante de células madre se están estudiando como posibles tratamientos para la MPS tipo 3 y 4.

¿A dónde se puede acudir para obtener información y recursos?

 Las instituciones médicas oficiales, como la National MPS Society y la National Organization for Rare Disorders (NORD), brindan información y recursos para las personas con MPS y sus familias. Los especialistas en genética y los médicos especializados en el tratamiento de la MPS pueden brindar información más detallada y específica sobre la enfermedad y su tratamiento.

En conclusión, la mucopolisacaridosis tipos 3 y 4 son variantes raras de una enfermedad genética que afectan la capacidad del cuerpo para descomponer y reciclar azúcares. Los síntomas pueden variar de leves a graves, y el diagnóstico temprano es importante para obtener un tratamiento adecuado. Aunque no existe una cura para la enfermedad, los tratamientos actuales pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Además, hay investigaciones en curso para desarrollar nuevas terapias y mejorar la comprensión de la enfermedad. Con una mayor conciencia y comprensión de la mucopolisacaridosis tipos 3 y 4, podemos ayudar a mejorar la vida de aquellos que viven con esta enfermedad rara.

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