La Selfie del Sector Salud

Una de las cosas que más me gusta de mi papel como asesor en salud es la posibilidad de visitar los territorios (...) He intentado resumir aquí como una especie de fotografía selfie del sistema de salud.
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Una de las cosas que más me gusta de mi papel como asesor en salud es la posibilidad de visitar los territorios, la realidad del país, aquella que de otra forma no palpamos en mi querida Bogotá detrás de un escritorio o de un consultorio.

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Ya lo había hecho en mis años más juveniles como médico militar, pero entonces solo navegaban en mis neuronas las complejidades del trauma y de la medicina en escenarios de recursos limitados, era otra forma de ejercer lo que hoy hago. Mis años en el Ejército me permitieron conocer casi todas aquellas zonas que los citadinos llamamos “apartadas” del territorio.

Durante mis visitas a los actores del sector y gracias a los diálogos con ellos, me he encontrado con conceptos insistentes y con ideas repetitivas que he intentado resumir aquí como una especie de fotografía selfie del sistema.

La desconfianza

a. Nuestro sistema de salud, del cual soy defensor a ultranza aún con sus fallas estructurales y de implementación, gravita sobre un problema central: La desconfianza.

Esta percepción de desconfianza se sustenta en algunos hechos como:

  • Promesas incumplidas generadas por los desequilibrios oferta/demanda (venta múltiple de una sola capacidad instalada).
  • Procesos autorizadores que se venden como expeditos y terminan siendo un desperdicio.
  • Modelos centrados en el paciente que se convierten en centrados en el trámite o en la inducción de la demanda.
  • Auditorías que pretenden contener el costo médico impactando en la autonomía o intervenciones en salud que son justificadas con la evidencia de la supremacía científica y no del valor.
  • Temor a los diálogos sinceros pero impopulares con el paciente y familia sobre la muerte y futilidad, o el miedo a las acciones legales derivadas de las negaciones.
  • Carencia de información de unos y otros, limitado intercambio de datos, trazabilidad fragmentada de eventos y omisión voluntaria (a veces involuntaria) de elementos para toma de decisiones. 
  • Diálogos basados en mejores resultados para el paciente, pero realidades basadas en el volumen y la tarifa. He visto prestadores que podrían estar ya en el terreno de la especulación.

Y el eje central es la explosiva mezcla de:

  • Un buen producto: Salud, 
  • Un ambiente casi romántico: Pacientes, familia, comunidad, y
  • Una cruda realidad: Déficit sectorial de más de 10 billones de pesos y en ascenso. 

‘Little data’

b. El segundo problema territorial lo llamo “Little Data” (en obvia contraposición a Big data). No existe ningún negocio gestionable sin datos.

El negocio de la salud es la gestión adecuada del riesgo primario principalmente y del riesgo técnico integradamente. Unos y otros desconocen el impacto de lo que hacen y peor aún el perfil de en quiénes lo hacen.

Las caracterizaciones poblacionales son una falacia y con ello la individualización del riesgo, la medición del impacto y la continuidad del cuidado.

Quienes mejores datos deberían tener, sin defender al aseguramiento, deberían ser los prestadores ya que finalmente ellos ven una fotografía más continua del paciente, sin embargo, la mayoría no se integran a toda la travesía en salud del paciente y se pierden en el prediagnóstico y en el seguimiento.

Es que es más rentable la prestación, ojalá de servicios costosos y regresarlo a la EPS para que –ojalá- me lo regrese en una siguiente complicación.

¿En dónde está el flujo de datos?, los tableros de control y las herramientas de inteligencia de negocios salvo muy pocas excepciones no existen en los actores, y si existen generan solo datos y no información. Si bien la unificación de la historia clínica electrónica es un proyecto importante, el verdadero sustrato del asunto estará en el que se captura y no en el cómo se hace.

Ausencia de liderazgo

c. El último problema es la ausencia de liderazgo y gobernanza. Las organizaciones exponenciales tienen un elemento común: Un propósito transformador masivo.

Quienes manejan(mos) el sector somos aburridos, tradicionales, proteccionistas y con pobre enfoque sectorial.

Esto facilitado por la pérdida crónica del encanto que generan las realidades aquí descritas. El enfoque actual es sobrevivir generando volumen de atención para unos, o sobrevivir limitando volúmenes de atención para otros. La noticia es que ni unos ni otros lo lograremos.

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¿Cuántos diálogos sinceros, generadores de alianzas potenciadoras tenemos en el sector?, muy pocos. Creemos que las sinergias virtuosas se llaman pagos globales prospectivos u otros.

Sé que esta realidad es difícil, pero si no mantengo mi postura de soñador me habré engañado a mí mismo, y es por eso que, con este preámbulo, en una próxima entrega compartiré con los lectores mi modelo exponencial de salud, al menos como una apuesta teórica compleja, pero increíblemente realizable.

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