Hiperkalemia y su impacto silencioso en los pacientes con ERC e insuficiencia cardíaca

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En la actualidad, se estima que 23 millones de personas en el mundo padecen una falla cardíaca y más de 850 millones han sido diagnosticadas con enfermedad renal crónica (ERC), dos condiciones que en apariencia, al menos para los pacientes, no tienen ninguna relación aparente. Pero, lo cierto es que estudios clínicos han revelado que no solo comparten algunos síntomas, también pueden desencadenar episodios de hiperkalemia o hiperpotasemia, trastorno electrolítico que se produce cuando los niveles de potasio en sodio son superiores a 5,5 (mmol/L).

Por un lado, la enfermedad renal crónica (CKD, siglas en inglés) es el nombre que recibe la pérdida gradual de la función de los riñones, también conocida como insuficiencia renal. De acuerdo con  las estadísticas de la Cuenta de Alto Costo, para 2021, 889.123 personas habían sido diagnosticadas, el 4,64% en estadíos avanzados; la mortalidad asociada es de 31,04 muertes por cada 100.000 habitantes, tendencia creciente y de mayor notoriedad en el último quinquenio.

Se habla de falla cardíaca o insuficiencia cardíaca cuando el corazón no bombea suficiente sangre rica en oxígeno para satisfacer las necesidades del organismo. En América Latina, se ha evidenciado un incremento en el número de casos, debido al aumento de factores de riesgo cardiovasculares, la mayor tasa de sobrevida a eventos isquémicos y los cambios en la expectativa de vida, siendo ésta mucho más prolongada a diferencia de otras épocas.

Desde una perspectiva más cercana al contexto nacional, el estudio más reciente del Registro Colombiano de Falla Cardíaca (RECOLFACA), compuesta por una cohorte de 2528 individuos sitúa a la falla cardíaca isquémica como la más común (43.87% de los pacientes), seguida de la hipertensiva (32.71%).

Dentro de las causas específicas desencadenantes, los expertos identificaron a la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria y la dislipidemia en las primeras posiciones de la lista, sin excluir a la diabetes tipo 2, la fibrilación atrial, EPOC, la insuficiencia renal y valvulopatías como otras comorbilidades. Al inicio del estudio 7% de los pacientes tenían un K+ >5 mEq/L, y al seguimiento a los 6 meses un 5.3%.

Aparición de hiperkalemia y su relación con el tratamiento para FC y ERC

A pesar de que ambas condiciones tienen un impacto notable sobre el estado de salud, el manejo oportuno y óptimo evita la progresión acelerada de las patologías, lo que a su vez se traduce en otros beneficios para los sistemas de salud, como el impacto en los costos derivados de intervenciones y del manejo de las complicaciones que puedan sufrir las personas afectadas.

Para los pacientes con falla cardíaca -en especial en aquellos con fracción de eyección reducida-, la opción de tratamiento más utilizada y recomendada por los especialistas es la cuádruple terapia con inhibidores SGLT2, betabloqueadores en conjunto con antagonista de mineralocorticoide (MRA) y IECA/ARAII/ARNI; enfoque que modifica el esquema piramidal utilizado para los pacientes. En ese sentido, los expertos concuerdan en la importancia de iniciar la terapia con los cuatro fármacos, así sea en dosis mínimas, que retrasar la implementación de alguno de ellos.

Para la enfermedad renal crónica (ERC), los especialistas se decantan por el uso de inhibidores del sistema renina angiotensina (RAASi), entre ellos los IECA/ARAII, pues los resultados de múltiples ensayos clínicos han reflejado una ralentización de la enfermedad cuando estas sustancias se utilizan en primera línea y en dosis moderadas – altas que se definen para cada caso, según la severidad de la condición al momento del diagnóstico. Cabe anotar que, en el caso de la enfermedad renal diabética, las guías actuales elaboradas por KDIGO -Kidney Diseases Improving Global Outcomes- recomiendan el uso de gliflozinas (iSGLT2) ante los potenciales efectos nefroprotectores.

Y aunque muchos pacientes responden a estas alternativas, otras investigaciones han demostrado que el uso de estas sustancias se asociadan al desarrollo de hiperkalemia y a un mayor riesgo de desarrollo de este trastorno electrolítico, una consecuencia que afecta a las personas con falla cardíaca o ERC en fases avanzadas.

En la actualidad, a nivel general, se ha relacionado a la hiperkalemia con desencadenantes específicos como un aumento de la ingesta/carga de potasio, deficiencias del organismo para eliminar o excretar el potasio, redistribución celular anormal o una combinación de éstos. De manera particular, los factores de riesgo para pacientes con ERC son la tasa de filtración glomerular (TFG) (P<.001), la creatinina plasmática (P<.001), el sodio plasmático (P<.001), la hemoglobina (P=. 028), la presión arterial diastólica (P=.012), la ingesta de inhibidores de la ECA y/o bloqueadores de los receptores de la angiotensina II (P=.008), el tratamiento con metformina (P<.001) y la diabetes (P=.045) (ver estudio clínico).

Por el contrario, en las personas diagnosticadas con falla cardíaca, el padecimiento en sí mismo se considera el mayor factor por la sintomatología que produce en los individuos afectados. Para los especialistas en ambas condiciones, la aparición de episodios de hiperkalemia son un dilema médico: por un lado, para que la respuesta al tratamiento se mantenga, se requiere un incremento paulatino de los fármacos asociados con este trastorno, mientras que por otro, el desarrollo de hiperkalemia impacta negativamente los indicadores, ya que está relacionada con un aumento de las hospitalizaciones y la mortalidad en las dos condiciones abordadas en el artículo.

En términos más concretos, en los casos de falla cardíaca, la hiperkalemia se considera un factor desencadenante de arritmias malignas y trastornos de la conducción; en los pacientes con ERC, el trastorno electrolítico suele manifestarse con náuseas, parestesia y palpitaciones en casos leves  y alteraciones específicas del ritmo cardíaco en los casos moderados o severos. Cabe resaltar que, los pacientes que hayan experimentado un episodio de hiperkalemia son propensos a desarrollarlos en el futuro, con intervalos de tiempo que se van acortando entre sí; tendencia detectada por médicos tratantes de ERC y falla cardíaca, comprobada en diversos estudios clínicos.

En uno de ellos, por ejemplo, se indica que 4 de 10 pacientes con insuficiencia cardíaca desarrollan hiperkalemia, con un riesgo del segundo, tercer o cuarto evento fue del 43%, 54% y 60%, respectivamente. En esta investigación, se asoció a la ERC prevalente, la diabetes mellitus y el uso de espironolactona.

También, cabría mencionar el impacto económico que estas condiciones producen sobre los costos del sistema de salud. En una investigación realizada en Estados Unidos, en la que se analizaron reclamaciones comerciales y de Medicare de EE.UU. entre 2007 y 2012, se encontró que la prevalencia de la hiperpotasemia fue del 34,6% en pacientes con 2 o más resultados de pruebas de potasio para la ERC y del 30% para los pacientes con insuficiencia cardíaca (en su mayoría pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva).

En el estudio quedó claro que los costos médicos para los pacientes con hiperpotasemia fueron superiores a la de la cohorte de control sin hiperpotasemia (US $56.002 anuales frente a US$23.653 respectivamente). El aumento se explica en las hospitalizaciones (US $33.116 anuales para la cohorte de hiperpotasemia) y los costos de diálisis (US $2.716).

¿Cómo afecta la aparición de hiperkalemia al tratamiento de ERC y falla cardíaca?

Luego del primer evento de hiperpotasemia, la opción de los especialistas es reducir o suspender las dosis de RAASi, tanto en pacientes afectados con enfermedad renal crónica como a aquellos diagnosticados con falla cardíaca. Al respecto, un estudio científico reciente concluye que en la práctica clínica, los fármacos interfieren en la homeostasis del potasio a través de diversos mecanismos, como la disminución de la producción o secreción de aldosterona, inhibiendo la secreción renal de potasio o alterando su distribución intra/extracelular.

El documento también cita la investigación de Epstein et al. en la que se evidenció que en en pacientes a dosis máximas de RAASi, tras un episodio de hiperpotasemia moderada a severa, se produjo una reducción de dosis o una discontinuación del tratamiento en casi el 50% de los pacientes con ERC e insuficiencia cardíaca. Sin embargo, la reducción de dosis o discontinuación del tratamiento, en pacientes con ERC, en estadios 3 y 4, supuso un incremento de efectos adversos de 5-7%, así como una duplicación de las tasas de mortalidad.

Otros análisis comparativos que abordan la aparición de hiperkalemia en ERC y falla cardíaca, calculan que el primer episodio secundario al tratamiento con RAASi sucede en el 10-38% de los pacientes hospitalizados y en aproximadamente el 10% de los pacientes ambulatorios dentro del año siguiente al inicio del tratamiento. No obstante, en otras investigaciones se ha concluido que el riesgo de hiperkalemia es menor al 2% en pacientes sin factores predisponentes, aunque éste aumenta con factores de riesgo como edad avanzada, diabetes mellitus e hipertensión.

Sin embargo, como efecto derivado de la suspensión o modificación al tratamiento con RAASi, se observa un aumento de la mortalidad, particularmente en los grupos de pacientes con falla cardíaca o enfermedad renal crónica, ya que la estabilización de los síntomas, incluyendo la normalización de los niveles de potasio en los pacientes, se considera como un beneficio a corto plazo, que no se mantiene en el tiempo y que pueden conducir al fallecimiento, a raíz de la progresión de la enfermedad subyacente. En ese sentido, vale la pena aclarar que los estudios clínicos sobre el tema no han llegado a una conclusión única, puesto que los hallazgos varían notablemente en algunos de ellos.

En la actualidad, la información disponible sobre hiperkalemia no aborda este trastorno de manera exclusiva, sino que se remite a su aparición como un factor de riesgo o consecuencia. A pesar de ello, en los recursos actualizados se destaca el surgimiento de alternativas terapéuticas que pueden reducir la probabilidad de desarrollar hiperkalemia, sin interrumpir el tratamiento para que las condiciones subyacentes no sean causales de desenlaces desfavorables e incluso fatales en los pacientes.

A nivel nacional, aunque la ERC y la falla cardíaca son dos patologías que afectan a un número considerable de habitantes, no se cuentan con datos precisos sobre el impacto de la hiperkalemia en los pacientes y, por consiguiente, en el sistema de salud.

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