Un estudio sobre prevención del embarazo adolescente, realizado por Celia Hubert y publicado en la revista Salud Pública de México, informó que el porcentaje de niñas y adolescentes de 12 a 19 años embarazadas disminuyó del 8.4% al 6.1% entre 2018 y 2023, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) Continua 2020-2023.
También reveló una baja en el inicio de la vida sexual entre niñas y adolescentes, con una reducción del 46.2% al 34.7%. Sin embargo, el uso de anticonceptivos modernos en la última relación sexual también disminuyó, pasando del 77.9% al 62.8%, así como el uso constante de estos métodos, que cayó del 69.8% al 57.1%.
Para este estudio se emplearon muestras representativas de adolescentes de entre 12 y 19 años, con 14,117 participantes para el periodo 2018-19 y 7,505 para el periodo 2021-23. La recolección de datos se realizó mediante cuestionarios aplicados en los hogares y a los propios adolescentes, teniendo en cuenta factores como sexo, edad (12-14 y 15-19), tipo de localidad (rural o urbana) y la condición de hablante de lengua indígena.
A partir de esta información, se seleccionaron 11 indicadores clave de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enapea), los cuales el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) se encarga de reportar. Posteriormente, se compararon los resultados del embarazo adolescente de ambos periodos, identificando mejoras, empeoramientos y áreas que se mantuvieron sin cambios.
Hallazgos notables sobre el comportamiento del embarazo adolescente en México:
El porcentaje de niñas y adolescentes de 12 a 19 años que alguna vez han estado embarazadas ha mostrado una notable disminución, principalmente entre aquellas que viven en zonas urbanas y no indígenas, con cifras que se acercan a los objetivos programados para 2030. Esta tendencia también es visible en las adolescentes de 15 a 19 años y en las niñas y adolescentes urbanas y no indígenas que iniciaron su vida sexual. Es probable que el confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19, junto con la incertidumbre y el miedo al contagio, haya influido en los cambios de comportamiento sexual de los adolescentes.
El comportamiento sobre el embarazo adolescente, sin embargo, no se reflejó en las comunidades rurales ni entre las mujeres hablantes de lenguas indígenas, lo que las deja en una situación de desventaja social. Es urgente tomar medidas específicas para estos grupos poblacionales a fin de alcanzar las metas de la Enapea y el compromiso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de no dejar a nadie atrás. “A pesar del aumento de personas de 12 a 19 años informadas sobre el uso correcto del condón, será difícil alcanzar la meta en 2030”, destacan los investigadores.
Es fundamental que las Secretarías de Educación Pública y Salud trabajen de manera conjunta para sensibilizar a madres, padres y comunidades sobre la importancia de la Educación Integral en Sexualidad (EIS) desde edades tempranas. Además, como estrategias de prevención del embarazo adolescente, se deben programar actividades continuas que brinden a los padres y representantes de la comunidad herramientas para guiar a sus hijas e hijos en temas de salud sexual y reproductiva (SSR), alentándolos a acudir a los servicios de salud para recibir orientación y resolver sus inquietudes.
“Falta educación, información y voluntad para reconocer la sexualidad de niñas, niños y adolescentes (NNA) y sus capacidades para pensar, decidir y actuar por sí mismas/os de acuerdo con cada etapa de su vida, con educación y el apoyo de personas adultas. Es necesario el trabajo coordinado desde diferentes ámbitos y sectores, para informar y sensibilizar a madres/padres, familias y comunidades y fortalecer de manera responsable la autonomía y toma de decisiones informadas”, puntualizan los investigadores que analizaron la situación del embarazo adolescente en el país.