El extremo de lo impensable con los medicamentos en Colombia

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En días pasados se ha conocido por los medios de comunicación que en la ciudad de Bogotá, la Policía Nacional había incautado una gran cantidad de medicamentos vencidos para uso pediátrico y para pacientes con enfermedades crónicas. Hasta allí, este hallazgo no significaría ninguna novedad y haría parte de las constantes noticias sobre ese tipo de situaciones anormales pero, que paradójicamente en este país por lo rutinarias y comunes, se volvieron “comunes”.

Sin embargo, el tema es mucho más grave en esta ocasión, pues el informe dado a conocer por la Policía indica que los medicamentos así incautados, además de estar vencidos, estaban adulterados en su composición pues la mayoría de ellos contenían…¡plomo y cemento blanco!

 

En otras palabras, las personas que tuvieran acceso a estos medicamentos, creyendo que iban a mejorar su estado de salud por estar enfermos, en la realidad iban a exponerse a riesgos de mayor deterioro de su salud, poniendo en peligro su vida misma; pues en el caso del plomo, es reconocido y está suficientemente documentado que quienes tienen un mayor contacto con el plomo tienen tres veces más riesgo de contraer un cáncer estomacal, por sólo citar este ejemplo.

Lo peor es que los medicamentos incautados tenían como destinarios finales a pacientes pediátricos, lo que significa que a quienes iba a generar su efecto nocivo, peligroso y eventualmente cancerígeno eran niños que de manera inocente habrían de ingerir estos medicamentos adulterados “listos para matar”. Y resulta más grave el asunto cuando se conoce hoy que estos medicamentos serían vendidos en farmacias de barrio, bajo la estratega comercial de ofrecerlos en promociones con descuentos de precios para facilitar la rápida venta de los mismos, algo que está explícitamente prohibido por el marco legal vigente en nuestro país.

Por falta de regulación y adecuado control de precios, Colombia y especialmente las finanzas de su sistema de salud, padecieron ya las consecuencias de pagar varios billones por medicamentos sobrevalorados en los últimos años. Por eso, resulta preocupante que ahora con elementos o servicios que deben ser canalizados para preservar la salud de los colombianos, se estén dando modalidades delictivas como el contrabando, la falsificación, la adulteración y la alteración de medicamentos, que están atentando contra la integridad física de los ciudadanos de este país.

El contrabando implica cambiar o alterar empaques insertos a medicamentos provenientes, por ejemplo, de países vecinos como Venezuela o Ecuador, para darles una apariencia legal. Aunque es más frecuente en zonas de frontera, como quiera que en los países vecinos estos medicamentos son baratos, dados los subsidios estatales, ya hay reporte de casos de este contrabando en zonas que no son necesariamente fronterizas.

La falsificación modifica la composición química o el principio activo, en otras palabras, se “reinventan” el producto. Lo grave es que para poderlo comprimir usan sustancias muy fuertes tipo benzoatos de sodio, que causan efectos colaterales para la salud de quienes los consumen.

La adulteración ocurre cuando un medicamento líquido como un jarabe, lo destapan, le sacan la mitad y le agregan un refresco, y así se obtienen dos frascos por el precio de uno. La adulteración tiene una variante consistente en recoger frascos originales y re-envasar una sustancia falsificada.

La alteración consiste en modificar la fecha de vencimiento de medicamentos que han expirado o a punto de vencerse, número del lote o la eliminación de rótulos como ‘Uso institucional’, que alerta al público que no son comerciales.

El ciclo es perverso, pues por un lado, entre más medicamentos adulterados se logren vender, más será la rentabilidad para quienes desarrollan esta actividad, y por tanto, habrá más recursos financieros disponibles para perpetuar el ilícito, y por otro, entre más medicamentos adulterados se logren vender, más pacientes los consumirán y así se verán expuestos a presentar los efectos colaterales que se derivan de la ingesta de ellos, llegando incluso a su misma muerte.

Por todo lo anterior, si no hay una rápida y efectiva acción articulada entre las diferentes autoridades que deben abordar este tipo de delitos, la salud de los pacientes en Colombia que consuman este tipo de medicamentos desafortunadamente seguirá afectándose pues la comercialización tanto de medicamentos de contrabando como de medicamentos adulterados, genera uno de los negocios ilícitos que más rentabilidad genera.

Los medicamentos, que tradicionalmente hacían parte del arsenal terapéutico para recuperar la salud de quienes estaban enfermos, ahora son el instrumento perverso que utilizan quienes están generando altísima rentabilidad con este ilícito negocio, que ahora no sólo no cura enfermedades, sino que pone en peligro la salud y la vida misma de quienes los consumen… ¡hasta eso se ha llegado con el tema de los medicamentos en Colombia!

 

Descaegue 

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@ulahybelpez

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