Al momento de escribirse esta columna, finalizando el mes de agosto de 2014, la información que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado es que en el mundo durante el presente año han fallecido 1.552 personas por el virus del ébola, y aunque la OMS informa además que la cifra oficial de infectados con este virus es de 3.069 pacientes, dicha entidad también estima que la cifra real en la actualidad podría rondar las 20.000 personas infectadas, lo que podría aumentar de manera significativa el número de muertos por esta causa.
El virus del ébola tiene cinco variedades, que se identifican con el nombre de países y regiones de África: “Zaire”, “Sudán”, “Tai Forest”, “Bundibugyo” y “Reston”. La “variedad Zaire”, con una tasa de mortalidad del 90%, es la más peligrosa. Durante la epidemia de ébola en 2013, también se infectaron personas en Guinea, Sierra Leona y Liberia. Los investigadores creen que los zorros voladores (una especie de murciélago) pudieron llevar el virus Zaire a las ciudades.
Además de esas cinco variedades africanas del virus del ébola, se ha conocido una sexta variedad, localizada por fuera del continente africano y cuya actividad ya superó la fase epidémica para constituirse en una enfermedad endémica de un país latinoamericano: Colombia. Esta sola variedad “criolla” del ébola ha generado muchísimo más muertos en este país que todos los fallecimientos causados en la actualidad en todo el mundo por las diversas variedades africanas de ébola.
Según los datos del Instituto Nacional de Salud, el ébola “variedad Colombia”, produjo entre los años 1998 y 2011 un total de 1.427.535 víctimas fatales. Para facilitar la comprensión de la dimensión de esa cifra, se debe comparar con la muerte simultánea de todos los habitantes de una ciudad del tamaño poblacional de Barranquilla, lo que representaría que la entera ciudad hubiese desaparecido. Lo peor es que al igual que para las variedades africanas de ébola, para esta variedad de ébola, aún no existe vacuna para prevenirla ni antídoto para tratarla.
Pero amable amigo lector que está en Colombia, no se asuste con esta información. Dado el carácter endémico que esta variedad del virus ha tomado en este país, todos quienes residimos aquí hemos adquirido una inmunidad tal, que hemos aprendido a convivir con él con unos niveles de tolerancia que para otros países resultaría incomprensible. Si bien esta variedad “criolla” de ébola no es contagiosa, parece que lo que sí ha resultado contagioso ha sido el acostumbramiento a estar expuestos de manera permanente a la acción de dicho virus y padecer las fatales consecuencias del mismo.
Y es que la “variedad Colombia” del virus del ébola tiene su origen en la incapacidad del Estado en garantizarle el derecho fundamental de la salud a los ciudadanos de este país. Ese millón y medio de muertes ocurridas durante los 13 años antes citados, corresponden a las muertes evitables ocurridas en Colombia en ese lapso de tiempo, entendiéndose como muerte evitable aquella muerte que dado los conocimientos médicos actuales y la tecnología existente en el país, podría haberse evitado por el sistema de salud a través de prevención y/o tratamiento, lo que según el informe en mención, le costó al país entre $142 y $266 billones de pesos de 2012.
Sobre ese mismo tipo de ébola, otra entidad del estado, la Defensoría del Pueblo, también generó su informe y en él ha dicho que en el año 2013 un total de 115.147 colombianos que no quisieron que el efecto mortal de ese virus los atrapara, pudieron salvarse porque interpusieron tutelas en su deseo de sobrevivir y no hacer parte de las víctimas fatales del ébola “variedad Colombia”. Son personas a las que el Estado no les pudo garantizar el acceso de los servicios de salud en ese año y que tuvieron que recurrir a los estrados judiciales para defender su derecho a la salud y a la vida misma. Lo que más preocupa a los expertos es que el número de estas tutelas en el 2013 fue mayor que en el año inmediatamente anterior, lo que indica que aunque en el 2012 se igualaron los planes de beneficios de ambos regímenes de salud en este país, la negación al acceso de los servicios de salud, sigue su aumento galopante.
Pero lo más grave según la misma Defensoría del Pueblo es que el 70% de esas tutelas interpuestas en el año 2013, correspondía a atenciones que ya estaban incluidas en el Plan Obligatorio de Salud (POS), de tal modo que ante la incapacidad del Estado de garantizarle de manera expedita el derecho a la salud a los ciudadanos, finalmente éstos deben acudir a un juez para que se les proteja dicho derecho y la vida misma.
Para quedar más preocupados y sin conocer aún cuántas muertes ya ha producido el ébola “variedad colombiana” desde el 2012 hasta este 2014, las conclusiones del director del Observatorio Nacional de Salud del Instituto Nacional de Salud indican que entre los años 1998 y 2011 “no existieron muchas políticas públicas que generaran conciencia de prevención y esto no solo en salud, sino en todos los aspectos”, situación que continúa hoy día cuando siguen haciendo falta con urgencia políticas en el país que permitan disminuir de manera significativa las muertes evitables, como quiera que a los colombianos no se les está garantizando el derecho a la salud, enfermedad del sistema que es mucho más mortal que el mismo virus del ébola en sus variedades africanas.
Por: Ulahy Beltran- Médico Cirujano y Especialista en Gerencia de Servicios de Salud
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