Detrás de la cascada Covid-19

Este escrito pretende visibilizar otros elementos que hay detrás de esa inmensa cascada llamada Covid-19, cuyo caudal y velocidad nos hace olvidarlos.
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No pretendo revisar la desatención en cáncer generada por la pandemia ya que hay muchos y muy buenos modelos predictivos respecto al impacto de esta sobre la mortalidad asociada a cáncer y el costo de oportunidad vinculado a un menor acceso a diagnóstico y tratamiento. Koen y cols por ejemplo introdujeron recientemente un modelo de transición de estadios para calcular el impacto económico en Australia para el cambio de estadio I a II en cáncer de mama, colorrectal y de pulmón. Este modelo calculó un porcentaje de transición de I a II de 2,1 a 8% con un retardo en diagnóstico de 3 a 6 meses para estos tumores, lo cual representa un costo de oportunidad para el sector salud de 194 millones de pesos colombianos. (Koen Dea. An inverse stage-shift model to estimate the excess mortality and health economic of delayed access to cancer services due to Covid-19 pandemic. Asia-Pac J Clin Oncol. 2021; 1)

Localmente con el grupo del doctorado de Oncología de la Universidad Nacional liderado por Marcela Pérez, analizando los datos de RIPS obtenidos desde el cubo de SISPRO, encontramos una disminución en servicios relacionados con diagnóstico y tratamiento de cáncer de pulmón de un -14 a -37% (7503 personas menos atendidas) dependiendo del régimen de aseguramiento. Como se imaginarán el régimen subsidiado y sorpresivamente los regímenes de excepción tienen los mayores niveles de desatención (datos en publicación).

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Este escrito pretende visibilizar otros elementos que hay detrás de esa inmensa cascada llamada Covid-19, cuyo caudal y velocidad nos hace olvidarlos. Voy a clasificar estos elementos en dos grupos, los primeros son aquellos con los que podríamos disminuir la fuerza de la cascada (inhibidores) y los segundos son aquellos que la aumentan (catalizadores). Los que he decidido compilar son los siguientes:

Inhibidores Catalizadores
Cascada Covid-191. Fortaleza de los equipos de salud e instituciones
2. Adecuada estructura logística del sistema de salud (vacunación efectiva)
3. Seguridad farmacéutica
4. Redes de servicio de valor
5. Adecuada caracterización poblacional y georreferenciación
6. Sistemas inteligentes de vigilancia en salud pública
7. Gobernanza para sistemas de información
8. Redes de I+D+i mixtas
9. Estrategias de intervención conductual
10. Transparencia y rendición de cuentas
1. Infodemia
2. Monopolios de decisión: “Soft and hard policies”
3. Desterritorialización
4. Reduccionismo reactivo
5. Populismo punitivo
6. Inadecuada alineación de incentivos
7. Desprotección al sector salud

Con respecto a los catalizadores sin duda alguna la incoherencia deliberativa y la infodemia son los pilares del fracaso en el control de la pandemia. Nuestro país se caracteriza por pensamiento ondulante en las decisiones, con el trasfondo de un pacto social bipolar y una justicia distributiva sesgada. Las ineficiencias asignadas de nuestro sistema de salud son múltiples y por tanto las prioridades ya venían siendo inadecuadas pre-pandemia. El manejo político de la emergencia ha sido muy complejo, porque la situación así lo es. No dudo de las buenas intenciones del estado, sin embargo, la carencia de una línea estratégica nacional y de una gerencia cohesiva ha sido nefasta, en el centro por el protagonismo político pre-electoral y en la periferia por una mala lectura del territorio. Este peligroso coctel nos puede llevar a una demagogia viral y al surgimiento de tiranías pseudocientíficas que tienen nulo impacto en el control de la pandemia, pero si un nocivo efecto societario, ese que veremos reflejado en futuras elecciones. No culpo a las nuevas generaciones por su crónica alexitimia.

Como puede analizarse desde la tabla, el elemento central que puede mitigar el efecto pandémico es la fortaleza del sistema de salud especialmente en su capacidad de respuesta logística, técnica y de salud pública. Los equipos de salud, a pesar de tener un buen porcentaje de vacunación efectiva para los miembros de primera línea de atención, continúan afrontando una sobrecarga laboral con múltiples incertidumbres que pasan por lo personal, laboral y bioético. Si bien la inmunización es una estrategia crítica, la inequidad en el acceso para los profesionales independientes y los equipos de soporte administrativo, así como la nula farmacovigilancia generan preocupación. En medio de los previsibles picos secuenciales y el surgimiento de variantes agresivas, la sostenibilidad personal y de sector, así como el profundo efecto en la salud mental causan gran mella en el mayor activo sectorial, el recurso humano. Soy como muchos enfático en este punto, la protección de los equipos de salud es la premisa vital.

Por otro lado, la capacidad logística no solo del sistema de salud sino del país en general ha sido puesta a prueba con el plan nacional de vacunación con resultados desfavorables. Colombia es un país de planes y de normas, pero de pobres ejecutorias. La vacunación prioritaria mediante estrategias masivas ha sido nula, la optimización de esta con herramientas digitales es muy pobre y ni hablar de la frágil disponibilidad de vacunas que han vislumbrado la inseguridad farmacéutica en la que vivimos. No quiero imaginar el tema de calidad y seguridad en la vacunación que sin duda tendrá impacto en la eficiencia. La integración clínico-privada para lograr mejores coberturas debería ser una discusión seria, no enfocada en el igualitarismo sino en la efectividad. Ha quedado demostrado en Israel, Inglaterra, Estados Unidos y Chile que es esta la única estrategia que tiene impacto en la vida real. Al lado de esto, la expansión de capacidades ha sido tradicional y por tanto limitada, la utilización de estrategias no convencionales como ampliación sobre recursos militares (hangares, buques hospital, sistemas de medevac) y telesalud territorial entre otras ha sido escasa sino nula.

Finalmente, la creación de un sistema de salud pública inteligente asociado a estrategias (ojalá regionales) de seguridad farmacéutica en alianzas con las universidades y la empresa privada podrían ser el soporte para los escenarios futuros de nuevas emergencias. Superar las barreras mentales propias de nuestra sociedad es difícil, pero ir más allá del caudal que ocupa soluciones inmediatas es la única forma de mitigar la avalancha.

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