Consumo de azúcar en menores de edad supera el máximo recomendado

Esa es la conclusión de una revisión de 31 encuestas dietéticas realizadas en diversos países, incluido Colombia, publicada en el número de mayo de la revista 'Current Opinion in Clinical Nutrition and Metabolic Care'.
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Los menores de edad en el mundo están consumiendo más cantidad de azúcar que la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esa es la conclusión de una revisión de 31 encuestas dietéticas realizadas en diversos países, incluido Colombia, publicada en el número de mayo de la revista ‘Current Opinion in Clinical Nutrition and Metabolic Care’, una de las de mayor impacto en el ámbito de la nutrición y la dietética a nivel global.

Es por ello, y considerando la evidencia sobre el daño que causan a la salud, desde 2015 la OMS recomienda que los azúcares libres no excedan el 10 % del consumo diario total de energía.

Dentro de los azúcares libres se incluyen los añadidos por fabricantes, cocineros o consumidores, y aquellos presentes en la miel, los jarabes y los jugos de frutas, pero no los azúcares de las frutas enteras (azúcares intrínsecos).

Consumo de azúcar por edades

La revisión, realizada por los investigadores Azahara Iris Rupérez, María Isabel Mesana y Luis Alberto Moreno, de la Universidad de Zaragoza (España), encontró que, en menores de 4 años, la ingesta de azúcares agregados oscila entre el 9,8 y el 11,2 %; en niños de 4 a 10 años, entre menos del 3 y el 18 %; y en adolescentes, entre el 13,6 y el 16,6 %.

En otras palabras, niños y adolescentes de la mayoría de los países consumen azúcar en una proporción mayor al límite superior recomendado, mientras que los bebés están casi en el límite.

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Además, el artículo enfatiza que las bebidas endulzadas con azúcar son las que tienen mayor evidencia de tener efectos nocivos para la salud.

Según esta revisión, las fuentes principales de azúcares agregados son las bebidas a base de frutas y las bebidas a base de leche con adición de azúcar. Les siguen los productos de panadería dulce, los productos para untar, los chocolates, la confitería y los cereales.

Los daños por consumo de azúcar

Los daños causados por el consumo elevado de estos productos han sido ampliamente documentados por diversos estudios. Entre otros, se incluyen la obesidad y el hígado graso, factores que, a su vez, provocan dislipidemia (concentración de grasas en la sangre), presión arterial alta, resistencia a la insulina y riesgo de infarto cardiaco.

Según los investigadores, en los últimos años han salido al mercado diversos productos con alto contenido de azúcar dirigidos bebés y niños pequeños.

El problema radica en que, como los bebés tienen una preferencia natural por los sabores dulces, la introducción temprana de estos productos genera una preferencia por alimentos edulcorados a lo largo de la vida.

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“A algunas fórmulas infantiles -advierten los autores- se les ha agregado sacarosa y glucosa, que son más dulces que la lactosa (el azúcar que se encuentra en la leche materna). El hábito de agregar azúcares a los alimentos que comúnmente se perciben como saludables, como el yogur, la leche o la fruta, puede afectar negativamente la adherencia a un patrón de dieta saludable”.

Los investigadores también alertan sobre las altas proporciones de azúcar en los alimentos complementarios que la industria ofrece en bolsas exprimibles.

Ante la evidencia acumulada, los autores son enfáticos en señalar la necesidad de “hacer esfuerzos para conseguir alimentos y bebidas nutricionalmente adecuados para las poblaciones jóvenes”, y de emprender “políticas específicas para reducir el consumo de azúcar libre para reducir el riesgo de obesidad y complicaciones cardiometabólicas durante la infancia y la adolescencia”.

El caso colombiano

Los datos correspondientes a Colombia utilizados en la revisión fueron los recolectados entre 2008 y 2010 por la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin).

De acuerdo con esta información, que solo contempla datos para la población entre los 15 y los 19 años, los azúcares añadidos constituyen el 11,6 % del consumo diario total de energía.

Según la investigadora y académica Patricia Savino, directora del Centro Latinoamericano de Nutrición, las conclusiones de este artículo tienen gran importancia para la adopción de políticas públicas en Colombia, en especial en este momento, en el que se debate la adopción de un etiquetado frontal de advertencia para los alimentos procesados que tengan altos contenidos de azúcar, sal y grasas.

De acuerdo con la experta, la información recolectada por los autores genera mayor consciencia sobre el daño que el azúcar causa a la salud.

“Más allá de los datos conocidos sobre el riesgo de obesidad y sus enfermedades asociadas, cada día emerge mayor evidencia sobre cómo el azúcar favorece el crecimiento de los tumores en los pacientes con cáncer. La industria de los alimentos, en su conjunto, debe asumir una mayor responsabilidad frente a la incorporación de esta sustancia en los productos que comercializa”, aseguró Savino.

El debate del etiquetado

El jueves pasado la Comisión séptima del Senado realizó una audiencia pública para debatir la regulación en el etiquetado frontal en los alimentos y gaseosas en el país.

Por la tanto, la iniciativa pretende que los productores de alimentos entreguen información más clara y veraz a los consumidores sobre lo que están comprando. 

Este tema toma especial importancia teniendo en cuenta los resultados que arroja la investigación presentada por los investigadores de la Universidad de Zaragoza, que incluye un rastreo de Colombia.

En el debate se discutió y se escucharon diferentes posiciones sobre la viabilidad de dos proyectos de ley que pretenden obligar a las compañías a poner etiquetados como “alto en grasa” y “alto en azúcar”, en la parte delantera de sus productos.

Por un lado, los que están a favor del proyecto argumentan que un etiquetado más claro y eficaz permite al consumidor elegir informado sobre el producto que comprará y se aportaría a la reducción de enfermedades relacionadas con el alto consumo de azucar.

Por otra parte, industriales y compañías de alimentos aseguran que con esta medida se podría asustar a los consumidores y afectar directamente el consumo

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