Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han publicado una actualización de su guía para el uso de opioides para el dolor en adultos, dirigida especialmente para los pacientes con dolor agudo y crónico no relacionado con el cáncer, la anemia de células falciformes o los cuidados paliativos/al final de la vida.
La Guía de Práctica Clínica de 2022 orienta a los profesionales sanitarios en la toma de decisiones sobe el uso de estos productos, mediante sugerencias que indican si se debe iniciar tratamiento, el proceso de elección del opioide y la determinación de la dosis. También presenta indicaciones para decidir la duración de la prescripción inicial de opioides y realizar el seguimiento, así como la evaluación de riesgo y el abordaje de los posibles daños que genere la prescripción.
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De acuerdo con los especialistas que participaron en la actualización de la guía, uno de los conceptos más importantes del documento es el asesoramiento sobre la reducción de los opiáceos. En ese sentido, se han agregado consejos prácticos para hacer este proceso de manera individualizada, centrada en el paciente.
“Esto se basa en las lecciones aprendidas en los últimos años, así como en los nuevos conocimientos científicos sobre el modo de abordar la reducción de la dosis y los daños reales que pueden producirse cuando los pacientes dejan de tomar los opiáceos de forma brusca o los reducen rápidamente”, mencionó Christopher M. Jones, director en funciones del Centro Nacional de Prevención y Control de Lesiones de los CDC.
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Aspectos claves de la nueva guía sobre el uso de opioides como tratamiento
Dentro de las recomendaciones diseñadas, el CDC señala como algunas de las más relevantes a las siguientes:
- A la hora de determinar si se inician o no los opioides, las terapias no opioides son al menos tan eficaces como los opioides para muchos tipos comunes de dolor agudo. El uso de terapias no farmacológicas y no opiáceas debe maximizarse según corresponda, y el tratamiento con opiáceos solo debe considerarse para el dolor agudo si se prevé que los beneficios superan los riesgos para el paciente.
- Antes de iniciar un tratamiento continuo con opiáceos en pacientes con dolor subagudo de 1 a 3 meses de duración o con dolor crónico de más de 3 meses, los proveedores deben trabajar con los pacientes para establecer objetivos de tratamiento para el dolor y la función, y se debe considerar cómo se interrumpirá el tratamiento con opiáceos si los beneficios no superan los riesgos.
- Una vez iniciados los opiáceos, debe prescribirse la dosis efectiva más baja de opiáceos de liberación inmediata durante no más tiempo del necesario para la duración prevista del dolor lo suficientemente intenso como para requerir opiáceos.
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- Entre 1 y 4 semanas después de iniciar la terapia con opioides para el dolor subagudo o crónico, los proveedores deben trabajar con los pacientes para evaluar y sopesar cuidadosamente los beneficios y los riesgos de continuar la terapia con opioides; se debe tener cuidado al aumentar, continuar o reducir la dosis de opioides.
- Para el tratamiento de los pacientes con trastorno por uso de opioides, debe proporcionarse un tratamiento con medicamentos basados en la evidencia, o deben hacerse arreglos para dicho tratamiento.
- Debe evitarse la interrupción brusca de los opioides, especialmente en el caso de los pacientes que reciben dosis elevadas.
La última guía sobre el tema fue publicada por los CDC en 2016. Sin embargo, con el paso del tiempo han surgido nuevas evidencias frente a los beneficios y los riesgos de los opioides recetados para el dolor agudo y crónico, las comparaciones con los tratamientos del dolor que no usan esta sustancia, los efectos dependientes de la dosis de opioides, las estrategias de mitigación de riesgos, entre otros aspectos de relevancia en el ámbito clínico.
Para conocer el texto completo de la guía de los CDC para el uso de opioides haga clic aquí.
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